Tanto el cierre de miles de empresas como la existencia de cinco millones de parados demuestran que empresarios y trabajadores están en un mismo barco encallado por culpa de un rígido modelo laboral que esta falsa reforma no viene si no a perpetuar.

El dato significativo es que no hubo indignación en las calles y las plazas mientras los políticos de las distintas Administraciones gastaban a manos llenas. Se han vuelto inútiles y corruptos desde que el grifo del dinero público dejó de soltar a chorro.

El franquismo no solo derrotó a la revolución, también nos salvó de la guerra mundial, desbarató el maquis y el aislamiento impuesto injustamente a España.

Ahora va nuestra ministra y, estando de visita en Bengasi, por su cuenta y riesgo, va y dice que "el Consejo Nacional de Transición es el representante legítimo del pueblo libio".

Se equivocan. Esto va para largo. Y, por supuesto, continuamente estará en el límite con la violencia.

La ocurrencia para hacer de esas dos "jugadas" la línea instrumental ideada para tunear el honor histórico de nuestro insigne cenizo, la hace especialmente odiosa en la España angustiada por el paro en que vivimos.

Con subvenciones crean un problema y con más subvenciones pretenden solucionarlo. Lo que viene después ya lo tenemos claro, ¿verdad?

Si Grecia está como está es precisamente porque se han mantenido durante años ocultos unos déficits con el objetivo de no alarmar a los mercados. Pero, como ya decía Ortega, toda realidad ignorada prepara su venganza.

Hoy, el "Estado del Bienestar" ya no es sólo indeseable, ahora es también insostenible. Algo se huelen los "indignados" para haber montado su particular "revuelta de los privilegiados".

La creciente visibilidad de los islamistas marroquíes en el marco de las movilizaciones del Movimiento 20 de febrero, y su creciente esfuerzo por atraerse apoyos entre la diáspora en el exterior –particularmente Europa–, acrecienta el problema.