Pasarse ocho días contando 200.000 votos no es un "éxito rotundo y sin paliativos", sino una demostración de incompetencia sólo al alcance de los podemitas.
Hay que ver lo que al presidente le gusta dejar de honrar sus promesas. Y le chifla hacerlo a las bravas, a culo pajarero, que no haya duda de la pasta del sujeto.
Estamos ante un sujeto torturado que reacciona de mala manera por la incredulidad que le produce el que alguien que no sea Mas le deje con la palabra en la boca.