Hay momentos en la historia en que una nación se enfrenta a acontecimientos que la ponen a prueba. El 11-M ha sido uno de ellos, y España no ha estado a la altura.
Ellos no olvidan. Ni perdonan. Odian. ¿Es exagerado decir que una parcela de la sociedad vasca ejercita el odio? Está claro que no, pero sería exagerado, por inexacto, pensar que ese odio les quita el sueño.
No sería aventurado pedir prudencia a los dirigentes del PP que han apuntalado su discurso contra el independentismo con las mordidas del 3% que se llevaba Convergencia.