Dijo siempre lo que creía que tenía que decir, sin importarle si a quién podía resultar molesto. Lo que hace aún más valiosa su opinión y necesario su criterio.
Las críticas no pueden ser más patéticas viniendo de donde vienen, de esos demócratas norteamericanos enfurecidos, rastreros y anestesiados con su propio fracaso.