Sánchez dirá de su rival que es la que hizo posible que el PP siguiera en el Gobierno y Díaz dirá del suyo que es el recordman absoluto de derrotas consecutivas del PSOE.
Si la Ley de Memoria Histórica de Zapatero fue un delito de lesa patria, su ampliación arbitraria, siniestra, sin paralelo en Europa, es un delito de lesa humanidad.
Siempre volvemos a lo mismo. Nada de examen de hechos y conductas y siempre sectarismo lejano a toda perspectiva científica e incluso de sentido común.
Sólo una Iglesia corrompida en lo intelectual y enemiga frontal del verdadero mandato católico puede tolerar sin inmutarse espectáculos tan lamentables como el protagonizado por los obispos separatistas.
Los enemigos de estas entidades pondrán el grito en el cielo y denunciarán la privatización de los gobiernos, pero, en realidad, se trata de una colaboración harto provechosa.
Exhumar el cadáver de Franco tiene la falaz intención de aparentar que perdió la guerra después de morirse y que su derrota nos está devolviendo al paraíso republicano.