Este Gobierno de ignorantes desprecia al Estado y expone a sus servidores al ridículo de defender la ley sin honra y hacinados en los barcos de la bruja Piruja.
Trapero ha vuelto a poner de manifiesto –de manera tan indigna como pueril– su alineamiento con los golpistas que aún detentan el poder en el Principado.
El próximo domingo no cabe otro resultado en Cataluña que el de la victoria del Estado de Derecho, a pesar de que el partido se haya puesto muy cuesta arriba.
Como observador del nacionalismo, he podido “adivinar” muchos sucesos que se han acaecido sin remisión. El truco es tan sencillo como revisar la historia y comprender que está reproduciendo un parámetro comportamental.
Faltan seis días para el 1-O y lo único que podemos hacer es cruzar los dedos para que la tensión no acabe en una refriega cuyas consecuencias es preferible no imaginar.
Con toda probabilidad, dentro de la Isla aumentará sustancialmente el número de personas que se decantan por la estadidad, es decir, por convertirse en el estado número 51 de la Unión.
El golpe de Estado del nacional-catalanismo es un proceso, no un puntual delito de desobediencia, de malversación o de prevaricación en forma de consulta.
Las universidades norteamericanas se han convertido en la punta de lanza de la ideología de género, las políticas de identidad y casi cualquier otra bazofia políticamente correcta que nos podamos imaginar.