Lo peor de todo lo que ocurrió el domingo fue el escándalo por la actuación de policías y guardias civiles en su intento, lamentablemente vano, de que se cumpliese la ley.
La mayoría de los independentistas reconoce que Pujol puso la primera piedra y construyó todas las estructura de Estado que requerían los nacionalistas para dar un golpe de Estado con posibilidades de éxito.
Las manifestaciones de odio a España en territorio catalán siguen creciendo, acaso porque, como bien supo ver Quevedo, la nuevamente rebelde Cataluña no lo es, al menos no en exclusiva, ni por el güevo ni por el fuero.