En eso que Iglesias llama despectivamente “guerra de banderas” se juega una partida trascendental para la prosperidad de España y la igualdad de sus habitantes.
Viven en una democracia tan absurda que permite a sus enemigos declarados tener presencia en las instituciones y vivir de los recursos de la nación que quieren destruir.
Cebrián lamenta que los independentistas catalanes hayan roto la alianza entre nacionalistas e izquierdistas que González y él apadrinaron y que ZP intentó argamasar.
Desde el maldito día en que Rajoy quiso que se votara en Cataluña antes de juzgar a los golpistas, lo que ve cualquiera es una ola de opinión a favor de Ciudadanos.
Rajoy cree que el efecto Ciudadanos es coyuntural en el tiempo y en el espacio -hoy y en Cataluña- y que se desvanecerá como un espejismo cuando haya que votar.