En el separatismo catalán existe una atracción por la violencia que en democracia llegó a su cénit con Terra Lliure y que sigue estando ahí, como una amenaza sorda contra quienes que se atreven a desafiar su infame dictadura.
Pienso dedicar buena parte de mis últimos días a investigar si Rodríguez Zapatero es responsable de la reviviscencia del guerracivilismo o de envenenar las relaciones filiales y maritales.
Convendría dejar claro que al menos una parte de la institucionalidad española rechaza el uso que el expresidente hace del cargo que un día ocupó para legitimar a una dictadura que debe ser ahogada.
¿Cómo es que una idea tan aberrante, y tan criminal en sus efectos desde el inicio, ha ejercido un atractivo tan poderoso en tanta gente, en muchos casos con una inteligencia de primera clase?