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David Jiménez Torres

Planes

Esta semana vamos a contemplar soluciones al conflicto de Oriente Medio, descubrir la cocina chipriota, comprender la economía cubana y aprender danza rusa. ¡Qué bonito es estar en un lugar donde nuestra curiosidad intelectual reciba tantos estímulos!

Llega el lunes; o más bien, y porque estamos en una ciudad universitaria, llega la madrugada del domingo. Uno se toma un descanso de lo que esté haciendo y se encuentra en su buzón de correo, ese espacio casi mágico (al menos para los de letras) que sirve de vínculo con el mundo más allá de nuestra habitación, el correo semanal de la CUSU (Cambridge University Students’ Union). Un boletín semanal con el listado de todas las charlas y actividades que organizan las diversas sociedades y asociaciones de la universidad. De repente nos acordamos de que existe un mundo más allá de la biblioteca y los seminarios: barremos la mesa de libros y fotocopias como el galán de Hollywood barre la mesa de la cocina, pero en lugar de arrojar el cuerpo semidesnudo y ardiente de la compañera de reparto, nosotros arrojamos la agenda negra y seria que rige nuestras ajetreadas vidas.

Abrimos el correo a la vez que nos sentimos bastante mayores. A primera vista: charla el lunes sobre las aportaciones de la ciencia al deporte y el debate sobre los esteroides y otras drogas; charla esa misma tarde titulada "Israel-Palestina: ¿Un Estado o dos?", organiza la Asociación Palestina de Cambridge; Amnistía Internacional presenta el martes el documental Total Denial, que sigue la odisea de quince aldeanos de Birmania que presentan una demanda contra una compañía petrolera; el mismo día hay una Feria de Comida Europea organizada por la European Union Society (el multiculturalismo empieza por descubrir la gastronomía chipriota); charla sobre feminismo práctico a través de las experiencias de la profesora Nancy Lane, también el martes; charla sobre la evolución de la economía cubana a lo largo de esta década el miércoles; perspectiva/homenaje a la guitarra de rock&roll aderezada con algo de teoría musical y una pizca de Física, también en la tarde del miércoles; para competir con tan aburrida propuesta, charla de uno de los coordinadores de mi curso sobre cómo la filosofía francesa de los últimos cinco años ha abordado el tema de la tecnología; y la lista sigue: "Reproduciendo Roma: la Maternidad en la Épica Agustiniana", "Bailando con Stalin: el Holodomor", "El Islam y Occidente: ¿Choque de Culturas?", "Danza Rusa: Entre el Cascanueces y Petrouchka"...

Cogemos nuestros bolis y organizamos diligentemente la lista de posibilidades de acuerdo al calibre de la gente que va a dar cada charla (¿Son profesores? ¿Son meros estudiantes de posgrado?), a si es un tema del que no sabemos nada, a si tiene que ver con nosotros, etc. Pronto tenemos todas las tardes de la semana que viene ocupadas: y cuando por fin nos permitimos el lujo de acostarnos y apagar la luz, brilla en nuestra imaginación la idea de ser mucho más sabios dentro de pocos días. Esta semana, ni más ni menos, vamos a contemplar soluciones al conflicto de Oriente Medio, vamos a descubrir la cocina chipriota, vamos a comprender la economía cubana y vamos a aprender danza rusa. Eso, sin contar con los tres libros de crítica y cinco novelas que vamos a devorar para comentar en nuestro seminario del viernes. ¡Qué bonito es estar en un lugar donde nuestra curiosidad intelectual reciba tantos estímulos!

Luego llega el lunes y estamos muy cansados tras haber dormido poco la noche anterior, y claro, la idea de un auditorio lleno de pro-israelíes y pro-palestinos gritándose los unos a los otros... pasamos; llega el martes y justo cuando empieza a rugir el estómago nos llama Steve que está haciendo filetes con patatas en casa, y Steve cocina muy bien y eso de la comida chipriota suena raro... bueno, pues a casa de Steve; el miércoles resulta que por fin conseguimos charlar con esa chica de clase de francés, y accede a ir a tomar un café, y... Cuba puede esperar; y el jueves, pues es que el jueves es la noche en que todos vamos a Cindies, y entre el Cascanueces y el electropop...

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