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GEES

Think tanks españoles

El caso de la deriva de Elcano pone de manifiesto la necesidad de la derecha de replantearse la necesidad de la existencia en España de una sociedad de think tanks verdaderamente libres y al margen de las manías de los gobiernos.

Think tank, tanque o depósito de pensamiento. Un nombre ridículo. Afortunadamente no se ha traducido. El primero y modelo de todos fue la Rand Corporation, creada en Santa Mónica (Los Angeles) inmediatamente después de la II Guerra Mundial por el general Curtis LeMay, jefe del Estado Mayor del Aire, con el objeto de reunir a una serie de brillantes cabezas estratégicas para que pensaran sobre las implicaciones de la nueva y terrible arma con lo que se había precipitado el fin de la guerra. De lo atómico fueron pasando a ocuparse de otros muchos aspectos de la fuerza y su uso en la política internacional. Tuvieron muchos seguidores que han ido ampliado el ámbito del objeto de sus estudios a cuestiones públicas que ya no tienen que ver con las relaciones exteriores y la defensa, pero el enfoque se caracteriza por su orientación política práctica, siempre menos teórico que la investigación puramente académica de las universidades. Aunque no puede haber barreras definidas entre los unos y las otras, los think tanks, desde luego, no se dedican a la enseñanza y mantienen una cierta aspiración, casi siempre utópica, a influir en las políticas de los gobiernos y la posición de los partidos, o al menos a ilustrarlos en las áreas de su competencia.

Un think tank español de economía, Iberglobal, ha hecho una encuesta entre sus visitantes acerca de los think tank españoles. Ha propuesto clasificar a 10. Ha quedado primero, con una buena ventaja, el Real Instituto Elcano, teóricamente independiente pero, con el PSOE en el poder, absolutamente gubernamental. Es también el más rico, seguido de FRIDE, privado, muy próximo al PSOE e igualmente muy bien dotado de medios económicos. El barcelonés CIDOB, que cuenta con el apoyo de la Generalitat, ocupa el tercer lugar. Luego un grupo de cuatro, con pequeñas diferencias, quedando el GEES –que con casi un cuarto de siglo es uno de los más antiguos– en la sexta posición.

La encuesta nos proporciona la oportunidad para rectificar leyendas y prejuicios acerca de Elcano. Con un área de economía internacional, otra de economía del desarrollo, una de demografía –siempre más cerca de la ciencia económica que de las relaciones internacionales–, no es de extrañar que los visitantes de un think tank de economía encuentren en Elcano bastante que les interese. Esto no es negarle sus méritos, atribuibles a sus investigadores y a la herencia de su época inicial en el segundo gobierno de Aznar, en el que ni Gobierno ni PP, con Irak o sin Irak, se interesaron por el Instituto y lo dejaron en absoluta libertad; actuando los cuatro ministerios representados cada uno por su cuenta, aunque en general lo que los caracterizó fue la falta de interés.

Con la llegada del PSOE al poder, el nuevo Gobierno y partido siguieron el criterio general de que todo en todas partes debería ser suyo al cien por cien, y lo convirtieron en una colocación para un ex ministro, con pingüe sueldo, para lo que hubo que cambiar los estatutos –porque el presidente de una Fundación no debe cobrar por serlo– poniéndole un coche y chófer, lo que no sucede en think tanks americanos con presupuestos diez veces más elevados. Siendo una persona que nunca antes ni después se ha interesado por los asuntos internacionales y que carece de la más indispensable preparación lingüística para ese puesto, es fácil imaginarse que es bien poco lo que ha podido aportar. Y de forma no menos característica, todo ello se ha hecho con la anuencia del PP, que nombró como representante al más acomplejado de los acomplejados, lo que le da la apariencia de bipartidismo que le permite a la Casa Real darle su imprimatur.

El caso de la deriva de Elcano pone de manifiesto la necesidad de la derecha de replantearse su actitud ante estos casos, así como de la necesidad de la existencia en España de una sociedad de think tanks verdaderamente libres y al margen de las manías de los gobiernos, que cuando son socialistas son muchas. 

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