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Mark Steyn

De Islamabad a Bradford

Entre 1970 y el 2000, los países desarrollados pasaron de suponer el 30% de la población mundial a sólo el 20%; mientras que el mundo musulmán pasó del 15% al 20%. Y en el año 2030, la mitad de ese "mundo desarrollado" será musulmán.

"Es difícil entender este acuerdo", reconocía Richard Holbrooke, el enviado especial de Obama. Y si el enviado especial de la Administración presuntamente más sagaz que se recuerda no puede comprenderlo, ¿cómo podremos hacerlo nosotros, simples mortales?

Aun así, lo vamos a intentar. En el Valle de Swat, donde un joven Winston Churchill estuvo destacado con la Makaland Field Force combatiendo contra insurgentes musulmanes, sus sucesores han llegado a la conclusión de que tanto esfuerzo no merece la pena. A cambio de un alto el fuego temporal, el Gobierno paquistaní accedía a dejar que la franquicia local de los talibanes impusiera su particular versión de la sharia al conjunto de la región de Makaland. Si "región" les suena un poco impreciso, les diré que Makaland tiene alrededor de cinco millones de habitantes que han pasado a vivir bajo una teocracia criminal. Aun así, las concentraciones a favor de la paz han proliferado por todo el Valle de Swat y en estas concentraciones las distancias lo son todo; según rezaba un titular, "Un periodista ha sido asesinado mientras cubría una concentración pacifista".

Pero no se preocupe de que las armas nucleares paquistaníes puedan caer en manos de "extremistas", al fin y al cabo el Valle de Swat se encuentra a un montón de kilómetros de la capital Islamabad. Y, desde luego, Islamabad está bajo el control del moderado Ali Zardari. Algunos días antes del acuerdo del Swat, Zardari celebraba el inicio de la era Obama liberando de su arresto domiciliario a A. Q. Khan, el famoso científico y factótum de todas las actividades nucleares del Islam y por cuya generosidad Corea del Norte e Irán le están especialmente agradecidos.

Desde Islamabad, pasemos a Londres. En realidad, ambos puntos están más cerca de lo que cree. Las rutas comerciales Pakistán y Reino Unido se encuentran entre las más concurridas del mundo. ¿Puede usted tomar un vuelo directo desde su aeropuerto local a, por ejemplo, Bradford? ¿Adónde?

Bradford, en Yorkshire. Hay cuatro vuelos semanales entre Islamabad y Bradford, una ciudad donde el 75% de los paquistaníes británicos están casados con sus primas cercanas. Pero no se preocupe; en el país en su conjunto, sólo el 57% de los paquistaníes están casados con sus primas cercanas.

Entre la creciente población paquistaní de Yorkshire, se encuentra un tipo llamado Lord Ahmed, miembro musulmán del Parlamento. El otro día saltaba a las portadas de los periódicos por amenazar (en palabras de la columnista Melanie Phillips) con "convocar un ejército de 10.000 musulmanes para sitiar la Cámara de los Lores" en caso de que ésta siguiera adelante con la celebración de un acto en el que el parlamentario holandés Geert Wilders habría retransmitido su polémica película Fitna. La ministra del Interior inglesa, Jacqui Smith, reacción declarando a Wilders persona non grata y deportándolo nada más pisar Heathrow.

La ministra del Interior es famosa por sus originales cambios de terminología: el año pasado anunciaba que el terrorismo musulmán pasaría a denominarse "actividades anti islámicas". En serio. La razón es que los terroristas musulmanes no prestan un gran servicio a la reputación del Islam y ello lo convierte en una "actividad anti islámica", del mismo modo que Perl Harbor fue una actividad "anti japonesa".

Sea como fuere, el cortometraje de Geert Wilders era básicamente una compilación de grabaciones procedentes de diversas atrocidades de terroristas musulmanes (perdón, quería decir "actividades anti islámicas"), acompañados de versos del Corán relacionados con la acción. Jaqui Smith prohibió la entrada del cineasta por motivos "de orden público", es decir, por el miedo del Gobierno a que Lord Ahmed estuviera hablando en serio con lo de la multitud de 10.000 fieles sitiando el Palacio de Westminster. Es posible que si ha visto la película de Wilders usted tenga la impresión de que muchos musulmanes son tipos irracionales y violentos de los que es mejor alejarse. Pero, si no es así, Jacqui Smith contribuyó a trasladarnos ese mensaje. Y es que no podemos dejar entrar a gente que dice que los musulmanes son violentos porque éstos se volverán locos y nos dejarán el país hecho un Cristo.

Así pues, frente al chantaje, el Gobierno británico se bajó los pantalones. También lo hizo el de Pakistán con el Swat. Pero, siendo justos con Islamabad, ellos esperaron a que los actos terroristas les golpearan antes de arrojar la toalla. En Londres ya no hay que llegar tan lejos. Basta con insinuar que tus colegas más quisquillosos ya no podrán contenerse. "Oh, pequeña democracia occidental del G7 que has llegado hasta aquí. Qué pena que te pasara algo". Este mes se cumplen 20 años de que el Gobierno conservador de Margaret Thatcher defendiera el derecho del escritor de izquierdas, Salman Rushdie, a publicar un libro contra el terrorismo musulmán y a no ser asesinado a raíz de las amenazas de Jomeini. Dos décadas más tarde, un Gobierno supuestamente progresista se rinde ante un tumulto que todavía no ha pisado la calle.

En su primera entrevista como presidente, Obama decía a los espectadores de al-Arabiya que deseaba restaurar "el mismo respeto que América tenía hacia el mundo musulmán hace apenas 20 ó 30 años". No estoy muy seguro de por dónde cae la edad dorada a la que se refiere: ¿La masacre de Beirut? ¿Los rehenes de la embajada? Pero lo cierto es que es difícil comparar el presente con el pasado. Las cosas cambian y suelen hacerlo de manera radical. Incluso en 30 años. Entre 1970 y el 2000, los países desarrollados pasaron de suponer el 30% de la población mundial a sólo el 20%; mientras que el mundo musulmán pasó del 15% al 20%. Y en el año 2030 ni siquiera podremos realizar este análisis, porque la mitad de ese "mundo desarrollado" será musulmán: en Bradford (pero también en Londres, Ámsterdam, Bruselas y en casi todas las demás ciudades occidentales) el principal crecimiento demográfico proviene del Islam. Hace 30 años, durante la edad dorada de Obama, un director británico de documentales quedó tan horrorizado por el "asesinato de honor" de una adolescente de la Casa de Saúd por parte de su padre, hermano del Rey, y por lo que rodó la famosa película Muerte de una princesa. Los enfurecidos saudíes amenazaron con un boicot comercial a Gran Bretaña. Hoy tenemos asesinatos de honor no sólo en Arabia Saudí y Pakistán, sino en Alemania, Escandinavia, Gran Bretaña, Toronto, Dallas y Búfalo. Y apenas nos generan ninguna sorpresa.

Junto al crecimiento demográfico ha llegado la radicalización; no es sólo que haya más musulmanes, sino que, además, el Islam moderado está capa caída (en Singapur, los Balcanes e Inglaterra), mientras que el radical o wahabizado va viento en popa. Así que ya ve, vamos por grados de acomodo: rendición en Islamabad, apaciguamiento en Londres y aceptación del crimen en Toronto y Búfalo.

Mientras tanto, Obama ha retirado el busto de Winston Churchill del Despacho Oval y lo ha devuelto a los británicos. Teniendo en cuenta lo que dijo del Islam Sir Winston en su libro sobre la campaña sudanesa, casi seguro que el busto será retenido en Heathrow y deportado por suponer una amenazada para el orden público.

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