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Juan Carlos Girauta

Las reglas del PNV

Tengo para mí que no habrá caso, pues lo que le pide el cuerpo a los socialistas es pactar con el nacionalismo, que es lo suyo. Y en tal tesitura, lo lógico es que la presidencia recaiga en el que tiene más escaños. Así pues, continuidad.

Anuncia el PNV lo que no está dispuesto a aceptar: ni un acuerdo con el PSE que suponga ceder la presidencia del Gobierno vasco a López, ni que PSE-PP-UPyD "se unan" desalojándoles del poder. Todo esto sería muy interesante en el caso de que a alguien le importara la opinión del PNV. Tiene el partido de Arana la convicción, sedimentada por tres décadas de régimen, de poseer un derecho natural al Gobierno del País Vasco, más allá de los resultados. Antes de las sedimentaciones, ya González pecaba de tan singular superstición.

Cosa diferente sería que España abominara de la formación de mayorías alternativas a quien gana elecciones por mayoría simple, sólo que no recuerdo a nadie poniendo mala cara cuando se trataba de desbancar a un PP ganador en Galicia, a un PP ganador en la Comunidad de Madrid, a un PP ganador en Baleares, a una CiU ganadora en Cataluña. Todo aquello era perfectamente aceptable. Pero si el mismo mecanismo democrático se aplica en el País Vasco, estamos ante una "agresión política" según Ortúzar, presidente del PNV en Vizcaya. Cuenten pues las agresiones políticas que viene sufriendo el acordonado PP. Las reglas que rigen para el PNV no son las mismas que rigen para los demás. No porque lo crean los nacionalistas vascos, que con eso no habría bastante, sino porque lo lleva interiorizado desde el principio de la Transición la izquierda española.

Con todo, tengo para mí que no habrá caso, pues lo que le pide el cuerpo a los socialistas es pactar con el nacionalismo, que es lo suyo. Y en tal tesitura, lo lógico es que la presidencia recaiga en el que tiene más escaños. Así pues, continuidad. Continuidad pura. ¿O es que no han gobernado ya antes juntos PNV y socialistas durante el régimen de los treinta años? Ojalá me equivoque, pero veo demasiado optimismo en quienes se recrean con la mayoría "constitucionalista". Se justificaría si el lugar de López lo ocupara Redondo. Pero con lo que hemos llegado a ver desde finales de 2003, cuando se formó el tripartito catalán, resulta de un voluntarismo cándido colocar del lado de la Constitución a los impulsores del Estatut (Zapatero en primer lugar) y de la cesión política ante ETA que marcó la anterior legislatura (Zapatero y López).

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