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Guillermo Dupuy

Basagoiti, digno de San Gil

Basagoiti no es, ni ha sido hasta ahora, el "Patxi López" surgido de la decapitación política de Redondo Terreros, ni siquiera el "Josep Piqué", fruto tardío y lógico de la decapitación política de Vidal-Quadras.

Decía no hace mucho Iñaqui Anasagasti que la argumentación "soez y facha", el "jaboneo a Mayor Oreja" y el "lenguaje faltón y cheli" del nuevo presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, "nos hacen casi añorar a María San Gil".

Aunque me parezcan exageradas y propias de un personaje desquiciado como Anasagasti, sus declaraciones deberían llenar de orgullo al nuevo presidente del PP vasco, quien efectivamente "casi" consigue conservar los votantes que obtuvo María San Gil en las elecciones de 2005.

A pesar de no tener el carisma de la inolvidable dirigente vasca, considero que Basagoiti ha sido fiel a ese compromiso de "mantener los mismos principios de siempre" que el nuevo presidente vasco adquirió ante sus votantes en una reciente entrevista en Libertad Digital. Así, lejos de pretender caer "simpático" a los nacionalistas, Basagoiti ha mantenido en todo momento un discurso firme contra el nacionalismo y en defensa de la libertad y españolidad del País Vasco, en el que la principal crítica al PSE ha sido, precisamente, su deriva nacionalista. Se trata de una postura coherente, no sólo con lo que ha defendido San Gil, sino muchos otros dirigentes del PP vasco, antes y después de la lamentable marcha de la donostiarra.

Ahora bien, por mucho que San Gil ni sea, ni se haya creído nunca, la única portadora de las loables esencias del PP vasco, tal y como nos la presenta la insultante caricatura que de ella han hecho Iglesias y Gabilondo, la tentación del PP de Rajoy surgida después de las elecciones generales de "no causar recelos" entre los nacionalistas y de llevar a cabo una política "simpática" hacia ellos, ha seguido pesando, a pesar de Basagoiti, sobre el electorado tradicional del PP, lo que explica la emigración de algunos de sus votantes hacia UPyD.

Es cierto que Basagoiti nunca alzó su voz contra Rajoy y contra esa tentación que justificadamente sí hizo rebelarse a San Gil. Sin embargo, no es menos cierto que Basagoiti en ningún momento ha sido ejemplo de esa funesta ponencia política que recomendaba arrinconar "simpáticamente" unos principios por los que los populares vascos se han jugado y se siguen jugando la vida.

Por mucho que se haya beneficiado como sustituto de la marcha de San Gil, hay que reconocer que Basagoiti no es, ni ha sido hasta ahora, el "Patxi López" surgido de la decapitación política de Redondo Terreros, ni siquiera el "Josep Piqué", fruto tardío y lógico de la decapitación política de Vidal-Quadras. Gracias a eso, la caída del PP en el País Vasco no ha sido tan grande.

El retroceso, sin embargo, es perceptible, y la culpa de ello no la tienen los medios que no silencian la existencia de UPyD ni los que exhibimos nuestras simpatías hacia la formación que lidera Rosa Diez; formación que, dicho sea de paso, ya puede dar algunas lecciones al PP hasta en el terreno económico. La culpa la tienen quienes desde el PP han pretendido caer "simpáticos" a los nacionalistas y se acomplejan de una alternativa liberal al Gobierno socialista.

Por mucho que Rajoy haya elevado últimamente el perfil de la oposición y parezca haber olvidado funestas y simpáticas tentaciones, yo no sé, francamente, si este Guadiana tiene enmienda. De lo que no me cabe duda es que si no la tiene, UPyD seguirá creciendo como correctivo de quienes no se quieren corregir. Y eso por mucho que las listas del PP las encabece un Basagoiti o hasta un mismísimo Mayor Oreja.

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