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EDITORIAL

No es hora de cordones sanitarios en el País Vasco

Llegó la hora del acuerdo y, sobre todo, llegó la hora de saber si nuestra clase política es digna de servir a nuestra Nación, de hacer cumplir nuestra Constitución y de luchar por la libertad de todos.

Ha llegado la hora de acabar con treinta años de hegemonía nacionalista en el País Vasco. Los votantes de esta comunidad autónoma lo han querido así, dando una mayoría holgada a los representantes del PSOE, el PP y UpyD. La meta de estas tres formaciones debe de ser llegar a un acuerdo razonable para sacar de Ajuria Enea al PNV y a sus socios habituales. Y no por revanchismo u oportunismo político, sino por la más elemental higiene democrática y porque en el País Vasco se ventila mucho más que una cuestión de más o menos en política. Las categorías y rivalidades que están vigentes en el resto de España no deberían estarlo en el País Vasco, sometido desde hace cuatro décadas al terrorismo y al imperio del nacionalismo más ultramontano.

Por esto es necesario un acuerdo de Gobierno entre el Partido Socialista y el Popular. Deben aparcarse los sectarismos y la cortedad de miras tan frecuentes en nuestros políticos para emprender un proyecto de regeneración democrática integral dentro del País Vasco. Una regeneración que debe incluir necesariamente la lucha firme y decidida contra la ETA, el fin de la imposición lingüística del vascuence y la normalización definitiva de la vida política en una región en la que aún no ha culminado la transición al Estado de derecho. Todo, por descontado, debe hacerse con la Constitución y el Estatuto de Guernica en la mano, única garantía que, hoy por hoy, tienen los vascos para convivir en paz y en libertad.

La oportunidad es histórica y, aunque se presente con varios años de retraso y con un panorama nacional muy diferente al de 2001, no debe desaprovecharse bajo ninguna circunstancia. Tanto el PSOE como el PP tienen en sus manos la ocasión de dar la vuelta a una región ahíta de nacionalismo y castigada desde dentro por la violencia y la intolerancia de unos pocos. Si consiguen estar a la altura, la Historia les premiará y los vascos lo agradecerán. Si perseveran en sus diferencias llevándose a Vitoria el debate político nacional, entregarán el poder –una vez más– a los responsables de que el País Vasco sea la sempiterna anormalidad política española.

La responsabilidad cae en ambas partes. El PSOE tiene que olvidarse de los cordones sanitarios contra su adversario y ser generoso en el acuerdo aceptando la lista de condiciones que el PP ha puesto sobre la mesa. El PP, por su parte, no debe dar un cheque en blanco a López. Cuenta con 13 diputados y un amplio apoyo dentro de la sociedad vasca que lleva dos décadas confiando en su proyecto a pesar de la persecución, los asesinatos y el desprestigio al que se han visto abocados sus representantes. Patxi López no puede gobernar en minoría porque tiene 5 escaños menos que el PNV y eso debe quedarles muy claro a los líderes del PP, que tienen ante sí una ocasión perfecta para sacar lustre a lo mejor de su programa.

Llegó la hora del acuerdo y, sobre todo, llegó la hora de saber si nuestra clase política es digna de servir a nuestra Nación, de hacer cumplir nuestra Constitución y de luchar por la libertad de todos.

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