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Juan Carlos Girauta

El ritual

La presencia del tripartito encabezando el plante a la crisis induce a pensar que la crisis la ha traído el PP. Posiblemente su parte no "centralizada", no normalizada, no izquierdizada o siniestrizada: la crisis la habrá traído Esperanza Aguirre.

¡Plantemos cara a la crisis! –gritaban por las calles de Barcelona, resueltos e indignados, cargados de razón y de emoción, de santa ira y reivindicativa valentía los representantes del partido socialista, de la Esquerra, del comprometido mundo rojiverde. ¿Se manifestaban contra ellos mismos? No otras formaciones ostentan el poder. Siempre son socialistas, solos o en compañía de otros, aquí, allá y acullá. A un barcelonés le administran (es un decir) la cosa pública (es otro decir) los socialistas en el Ayuntamiento y en la Diputación, el tripartito en la Generalitat y de nuevo los socialistas en el Gobierno español. ¿Qué están haciendo pues exactamente estos fenómenos cuando lanzan sus gritos y consignas contra la crisis, cuando se echan a la calle y, como dicen ellos, le plantan cara?

Varias cosas. En primer lugar dejan claro que no están a favor de la crisis. Algunos pensarán que eso va de suyo, pero no. De hecho, la izquierda está a favor de algunas desgracias, como por ejemplo ultimar fetos. ¿No se califican de pro-abortistas? ¿Por qué no iba alguien a pensar que también se han hecho pro-crisis, pro-accidentes o pro-infartos de miocardio? En segundo lugar, desvían la atención. Tan raro resulta que alguien se manifieste contra sí mismo que el público tiende a buscar otra explicación. Estas reacciones automáticas de la gente las tienen muy estudiadas los ilusionistas y los progres, valga la redundancia. Así, la presencia del tripartito encabezando el plante a la crisis induce a pensar (¿qué digo? ¡refuerza la idea de!) que la crisis la ha traído el PP. Posiblemente su parte no "centralizada", no normalizada, no izquierdizada o siniestrizada, no lobotomizada: la crisis la habrá traído Esperanza Aguirre.

Por fin, la clientela izquierdista ha renunciado hace tiempo a la razón y cree que algún bien, por pequeño que sea, se derivará de practicar un ritual. Se personifica primero el complejo constructo "crisis", lo que conducirá a dibujarlo en la mente colectiva como un monstruo (aderécese con la chistera de banquero de cómic, las convenciones gráficas que lo hacen de derechas y, por qué no, con una nariz ganchuda de judío) ¡Grrrh... soy la crisis! ¡Que viene, que viene, ya está aquí! ¡Plantémosle cara! La turbamulta, capitaneada por el tripartito, desafía y conjura al espantajo. Todos nos sentimos más tranquilos. Unidos, siempre unidos. Cobijados, protegidos por nuestros hombres públicos. Nos hemos vuelto idiotas.

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