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Amando de Miguel

Diccionario económico de andar por casa

La jerga económica tiende a realzar cada vez más los aspectos creadores de las empresas. Lo que antes era la infamante "suspensión de pagos" ahora es "situación concursal" que suena estupendamente.

Seguramente nos encontramos inmersos en la mayor crisis económica de todos los tiempos modernos. Puede que el antecedente más próximo y más grave sea el episodio de la peste negra de 1350, en la que pereció la tercera parte de la población europea. La crisis actual no es un desastre de mortalidad extraordinaria sino de carácter económico, aunque los políticos pretendan rebajarlo llamándolo "financiero". En donde se apunta ya la importancia que pueden tener las palabras. Todo el mundo puede comprobar esa ley al observar cómo "visten" los médicos las enfermedades graves para que no parezcan tanto a los enfermos o a sus familiares. Siempre que hay culpa o temor aparece el circunloquio, el eufemismo.

La jerga económica sirve para que se comuniquen los empresarios, los políticos o los economistas entre ellos ocultando de ese modo la realidad a los legos, los de fuera. Ese lenguaje especial no quiere decir necesariamente que sea más profundo o más elaborado. Véase, por ejemplo, la simpleza que significa el término "resumen ejecutivo" con que se sintetizan las ideas de los documentos oficiales o de tipo profesional. Es una forma de decir que los ejecutivos o directivos no tienen tiempo ni capacidad para leerse todo el documento y les basta con una sencilla síntesis.

La jerga económica se halla penetrada de términos ingleses. La razón es el peso del imperio cultural de los Estados Unidos. Hay otra razón oculta. De esa forma los que manejan esa jerga disimulan el escaso conocimiento del inglés, un idioma que necesitarían dominar. De todas formas, valga como compensación que la lengua española se difunde con éxito en los países anglófonos.

La anomalía de los barbarismos no se resuelve con la traducción. Ya se sabe que traducir es traicionar un poco. Así, business es "negocios". Parece una traducción adecuada, pero, si bien se mira, indica realidades encontradas en uno u otro idioma. Business es el abstracto de busy (= ocupado, atareado). En cambio, negocio es nec otium (= lo que no es ocio). El ocio es lo central en la vida latina y luego mediterránea. Tanto es así que "negociante" puede llegar a tener un sentido despreciativo, no digamos la voz "traficante". "Ir a su negocio" es actuar mirando el interés propio y despreocuparse del interés común. En cambio, el businessman es también el que se preocupa del bien de su comunidad o al menos el que se dedica a asuntos serios.

No todo es novedad o importación en la terminología económica. Después de todo, le Economía fue una disciplina inventada por los teólogos de la Universidad de Salamanca en el siglo XVI. La palabra "empresa" en ese siglo equivalía en español a lo que hoy conocemos por logotipo o marca comercial. Es decir, la clave de la organización empresarial es la imagen que provoca a través de los símbolos.

Como es lógico, la jerga económica tiende a realzar cada vez más los aspectos creadores de las empresas. Lo que antes era la infamante "suspensión de pagos" ahora es "situación concursal" que suena estupendamente. Lo de manipular fraudulentamente las cuentas es ahora "ingeniería financiera". El despido masivo del personal se disfraza de "expediente de regulación de empleo".

Un rasgo muy típico de la jerga económica es el abuso del plural; parece que así los enunciados son así más serios o solemnes. Veamos algunos ejemplos:

Se dice (en plural)

En lugar de decir (en singular)

Los mercados

La Bolsa

Los beneficios

El beneficio

Las pérdidas

La pérdida

Los recursos humanos

El personal

Las nuevas tecnologías

La última técnica

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