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José Antonio Martínez-Abarca

Gabinete de curiosidades

Los nuevos ministros conforman compactos eso que en el siglo diecinueve, con la fiebre por la anormalidad que se produjo a sus amenes, se llamaba "un gabinete de curiosidades". Estrictamente biológicas.

Si de alguno de los vicepresidentes de los Estados Unidos se decía aquello de que hubiese sido "incapaz de pensar y de mascar chicle al mismo tiempo", yo juraría que la mayoría de las relativamente nuevas caras del Gabinete de Rodríguez Zapatero no pasarían pruebas más sencillas, por ejemplo el experimento de Pavlov, el del "reflejo condicionado". Aunque sonara una campana antes de la comida, en lugar de aumentar la salivación esperando su premio, aullarían aterrorizados de disciplina partitocrática, ya que tendrían miedo de que la vegetariana ministra de Economía Salgado, perteneciente a la Iglesia Cuáquera de los Socialistas de los Últimos Días (pluguiera a Dios que vayan a ser en efecto los últimos), les dirigiera una reparandoria de las suyas por ir a engordar un poquito; tal vez utilizando el alemán, que es el idioma para gritarles a los organismos menores como creía Carlos V. Es lo que tiene trabajar con sistemas nerviosos
elementales, por muy gubernamentales que sean.

Hasta ahora Rodríguez Zapatero se conformaba con dirigir la nación junto a lo peor de cada casa. Ahora ha ido un paso o dos más allá, igual que en el chiste ruso del abismo (ya saben: "el año pasado la URSS estaba al borde del precipicio, pero este año, camaradas, hemos dado un gran paso adelante"). Lo más brillante con diferencia del flamante Ejecutivo es don José Blanco, quien pese a tener el curriculum más breve del Directorio del Congreso de los Diputados (lo más interesante que se informa sobre él es que "nació") posee cierta gracia porque, como aseguraba el difunto Umbral, es una especie de "tucán que divierte a los niños". Los otros cuentan menos chistes, o nos reímos mucho menos.

De Chaves, ministro para el cómo me la maravillaría yo, que decía Lola Flores, descubrirán uno de estos años que ya hace veinte que quedó momificado en el sillón frente a un televisor encendido, como la gente sin familia (la suya, la felipista, o está diseñando joyas o en la cárcel). Y respecto a los demás, conforman compactos eso que en el siglo diecinueve, con la fiebre por la anormalidad que se produjo a sus amenes, se llamaba "un gabinete de curiosidades". Estrictamente biológicas. Junto al hombre elefante, los microcéfalos, la mujer araña de Borneo, los "nasciturus" con cuernos y rabo o los ojos vacíos de expresión de Rodríguez Zapatero. Se hablará en el futuro de este Gobierno, pero no en las facultades de ciencias políticas, sino en la rama forense. Los coleccionistas de malformaciones históricas ya hacen cola.

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