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José García Domínguez

Ignasi Guardans

El gesto de Guardans supone un homenaje a la auténtica tradición del catalanismo. Por algo su abuelo Francesc Cambó se apresuró a financiar la sublevación franquista cuando hubo que elegir entre la pàtria y el patrimonio.

Al parecer, entre parientas y cuñaos, amén de hermanos, nueras y primos, el viceconseguidor Chaves y su compadre Zarrías han dejado enrocados en la Junta a diez familiares directos. He ahí una secular, antiquísima, ancestral utopía hispana, al fin, materializada. Por algo es fama que, en tiempos de la Restauración, el tribuno granadino don Natalio Rivas, a la sazón diputado por la circunscripción de las Alpujarras, fue recibido por sus paisanos tras recibir el acta con un clamor unánime: "Natalico colócanos a todos". Y hubieron de aguardar pacientes durante un siglo y pico, sí, pero, al final, parece que el asunto ya anda más que medio encarrilado.

Otro inane al que también le urgía pastar en el Presupuesto es el maulet cesante Ignasi Guardans i Cambó. El mismo Guardans que ha dado en bailar el chotis en plena Castellana tocado con un gorro de la Legión y envuelto en la rojigualda. Todo por una pedrea, apenas una minucia en el reparto del botín ministerial; la cosa del cine, el chocolate del loro, vaya. Al final, resultará que tenía razón el otro y que España es una unidad de destino en lo universal; por lo menos, a la hora de la comida. No se entiende, pues, que las almas cándidas de CiU anden exigiendo, airadas, la defenestración fulminante del prócer, dicen que por traicionar los sagrados principios del catalanismo.

Craso error el suyo. Y es que el gesto de Guardans supone justo lo contrario: un homenaje a la auténtica tradición histórica del catalanismo. Por algo el genuino padre del invento, su abuelo Francesc Cambó, se apresuró a financiar la sublevación franquista con todas las pesetas del mundo y más, cuando los buenos burgueses de la Lliga fueron llamados a elegir entre la pàtria y el patrimonio. Sombrío, gris, crepuscular este Guardans, que debe saber tanto de cine como José Blanco de resolver ecuaciones diferenciales por el método de Laplace. ¿Quién mejor que él para rememorar hoy aquel soneto que Alberti dedicó al duque de Alba: "Señor duque, señor duque, / último duque de Alba, / mejor duque del Ocaso, / ya sin albor, sin mañana. / Si tu abuelo tomó Flandes, / tú jamás tomaste nada, / sólo las de Villadiego / por Portugal o por Francia..."?

"¿Qué es España?", se preguntaron con el corazón oprimido, angustiados, Ortega, Unamuno, el Noventayocho todo, una y otra vez. Y pensar que la respuesta era tan obscenamente simple. España, señores, son los cuñaos de Manolo Chaves y el ADN de Cambó bailando juntos una sardana en torno a la caja fuerte del Fondo de Garantía Salarial. Ni más ni menos.

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