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Amando de Miguel

El español: ¿fácil o difícil?

La dificultad mayor está en el español escrito más o menos literario por razón de los acentos (que parecen tan caprichosos), el género masculino o femenino de las cosas inanimadas, los verbos irregulares.

La comparación se establece respecto a los otros idiomas internacionales vecinos: francés, inglés, alemán, italiano, ruso. El español es un idioma que se aprende fácilmente para poder conversar o entender frases simples. Naturalmente es difícil como lengua literaria, pero eso es común a los otros idiomas internacionales vecinos. La facilidad del español hablado se establece porque contiene sólo cinco vocales y las sílabas son claras. La prueba es que los estudiantes de español (a diferencia de los que estudian inglés) no necesitan el continuo ejercicio de deletrear (spelling en inglés). La dificultad está en que, si bien la dicción del español es clara, los hispanoparlantes hablamos muy rápidamente, nos comemos algunas letras o incluso sílabas y nos expresamos con sonidos regionales variados y caprichosos.

También puede resultar dificultoso para un extranjero el familiarizarse con sonidos tan peculiares como la jota o la erre doble. Curiosamente son sonidos que pueden resultar familiares a un ruso, un griego, un árabe o un euskaldún.

La dificultad mayor está en el español escrito más o menos literario por razón de los acentos (que parecen tan caprichosos), el género masculino o femenino de las cosas inanimadas, los verbos irregulares. Pero si un hablante de otro idioma comete esas faltas, los hispanoparlantes le entienden perfectamente.

La discusión de la facilidad o dificultad de un idioma depende de la semejanza con el de origen y de la necesidad de dominarlo más o menos bien. Insisto en que el español hablado resulta bastante fácil para una persona que provenga de otro idioma europeo y no digamos latino. Es un hecho comprobado que un estudiante de español puede empezar a entenderse en ese idioma después de muy pocas clases.

El hecho indiscutible es que, después de la considerable ventaja que marca el inglés, el idioma que aprenden más personas en el mundo es el español. El mérito no es tanto del peso de España en el mundo sino lo que representa al conjunto del bloque iberoamericano; en el cual habría que situar, lingüísticamente hablando, el conjunto de personas que hablan español en los Estados Unidos. Un dato: la exportación de libros de España a los Estados Unidos equivale a todos los que se exportan al resto de países de lengua española.

Una peculiaridad del español es que las variaciones en la dicción no se corresponden con la clase social del hablante sino con su localización territorial. Esa es la desesperación de los traductores, los que aprenden español por oficio: no les queda claro cuál es el español establecido. Realmente no existe. Ese español medio se parece más bien al de las series de televisión producidas en algunos países americanos.

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