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Warren Graham

Trampas de fondo

Los fondos son un magnifico instrumento de ahorro colectivo por su diversificación, por su liquidez, por su seguridad, por su transparencia, por su magnifico tratamiento fiscal y por la gran oferta de alternativas.

Las salidas masivas de dinero de los fondos de inversión durante el último año en España como consecuencia de la mala coyuntura de los mercados financieros, las campañas de las entidades por conseguir más depósitos y la falta de financiación están provocado importantes consecuencias en la industria del ahorro y en instituciones de inversión colectiva (fondos de inversión).

Al cierre de marzo de 2009, en España había 221.858 millones de euros, con más de siete millones de partícipes. Esta cifra dista mucho de los más de 300.000 millones de euros que había en 2000. La mayoría de este dinero, 161.325 millones de euros, se encuentra ahora mismo en Fondos de Inversión Mobiliaria (FIM), los tradicionales fondos de inversión que van desde los monetarios hasta los globales o garantizados, pero que excluyen simcavs, inmobiliarios y de inversión libre.

Los FIM han perdido un 26% de patrimonio en los últimos 12 meses, cifra que es peor de lo que parece a simple vista, dado que el 31% de esa cifra pertenece a los garantizados que no son rescatables y el 47% corresponde a Monetarios y Renta Fija de corto plazo, que no han sufrido salidas netas. Prueba de esto es que el epígrafe de Renta Variable ha pasado de 7,3 mil millones de euros, en diciembre de 2007, a 2,1 mil millones en marzo de 2009, es decir, un 71% menos.

Centrarse en producto propio.

Las redes de los bancos y de las cajas son los mayores distribuidores de fondos de este país. Su penetración no tiene comparación con otros países del mundo, donde existen canales alternativos de distribución no bancarios como por ejemplo, los supermercados de fondos, los agentes independientes o la distribución directa. Con la caída de volúmenes y márgenes, las entidades tienen que ajustar sus modelos de negocio a esta nueva coyuntura, dado que, muchas de ellas, han pasado de ser unidades muy rentables a entrar en pérdidas.

La primera consecuencia es la vuelta comercial hacia su propio producto, rectificando la apertura iniciada hace años hacia plataformas abiertas que permitían invertir en la gran mayoría de los productos de la industria sin tener que abrir cuenta en cada entidad.

Este acceso ofrecía a los clientes más alternativas de elección y comparación a la hora de seleccionar fondos. Sin embargo, también suponía un mayor esfuerzo de análisis y valoración de las alternativas por parte, tanto del cliente, como de los comerciales. Esto en algún caso producía que los clientes acabasen construyendo carteras sin saber muy bien donde invertían.

La actividad comercial llevaba consigo conflictos de interés que el cliente desconocía, como son por ejemplo acuerdos limitados y dirigidos de distribución o retrocesiones de las comisiones de gestión. No obstante, estas circunstancias generaban competencia en la industria y permitían el acceso a nuevos productos de inversión no originados en España. La salida de fondos del sistema obligará a las redes a reducir el peso de fondos ajenos. Esto reducirá la complejidad, el coste de la comercialización y aumentará los ingresos. La rentabilidad interna –para la entidad que los comercializa– de los fondos de terceros es inferior que la de los productos propios puesto que no hay que compartir las comisiones de gestión.

Este efecto, conseguirá que la competencia que ha venido desarrollándose en España en los últimos 10 años experimente un fuerte retroceso, y perjudicará la mejor asignación de recursos y talento, lo que redundará en la oferta, cada vez más limitada y de peor calidad. En el año 2000, los fondos internacionales representaban el 22% de todos los FIM, mientras que en la actualidad representan solo el 6%, su peso relativo se ha dividido entre casi cuatro veces en 8 años.

La caída de volúmenes y las malas perspectivas de que las entidades extranjeras puedan sostener a medio plazo sus estructuras en España, desembocarán inevitablemente en el cierre de sucursales y oficinas locales.

Fusión de fondos.

Dada la sobrecapacidad de la industria en términos de oferta de productos, profesionales y alternativas de inversión, el sector domestico de fondos de inversión tiene que, a su vez, reducir su capacidad. Esto, teniendo en cuenta el sobredimensionamiento de la oferta, desembocará en fusiones de fondos que, siendo necesarias, pudieran dar lugar a situaciones perniciosas para los clientes: juntar "churras con merinas", modificar políticas de inversión, cambiar el sesgo de actuación de los fondos, cambiar gestores, subir comisiones, etc. Además de todo lo anterior, pueden producirse fusiones interesadas, donde se mezclen activos buenos con malos para solucionar problemas "estéticos", diluyéndolos en otros fondos.

Talento decreciente.

Una industria menos competitiva, menos rentable y menos atractiva, hará que el talento fluya hacia otras zonas geográficas o hacia otros sectores, como gestoras independientes, hedge funds, family offices, carteras industriales, etc. Este éxodo implicará peores resultados si cabe para los inversores, como recientemente demostró Pablo Fernández, Profesor del IESE en un estudio de febrero de 2009, que resumía así:

La rentabilidad promedio de los fondos de inversión en los últimos 3, 5, 10 y 15 años (2,52%; 1,88%; 0,91% y 2,96%) fue inferior a la inflación y a la inversión en bonos del Estado a cualquier plazo. A pesar de estos resultados, los 2.936 fondos existentes tenían un patrimonio de €168 mil millones de euros en diciembre de 2008.  

Sólo 18 de los 1.025 fondos con 10 años de historia obtuvieron una rentabilidad superior al benchmark utilizado (sólo uno de ellos obtuvo una rentabilidad superior a la del IBEX 35: 10,4%). 269 fondos proporcionaron a sus partícipes una rentabilidad ¡negativa! 

En el periodo 1991-2008 los fondos destruyeron 102 mil millones de euros de sus partícipes. El total de comisiones y gastos repercutidos en este periodo ascendió a 36 mil millones. 

Exposición limitada a la recuperación.

En la gran mayoría de los fondos de inversión se permite al gestor una gestión discrecional amplia, pudiendo variar el peso de los activos con riesgo en las carteras en función de la coyuntura. Esto produce que, en la situación actual, los gestores estén en la banda baja de sus niveles de inversión. Por un lado, por su posicionamiento actual más defensivo y, por otro, por miedo a perder sus puestos de trabajo, tal y como explicaba Charles Ellis en su famoso libro, El juego del perdedor.

Sin embargo, el inversor que ha venido asumiendo el riesgo de estar invertido en productos de renta variable por ejemplo, puede encontrarse con un comportamiento asimétrico, y no ser capaz de beneficiarse en el rebote que eventualmente tengan los mercados.

Recomendaciones

  • Entender lo que se esta haciendo. Construir su estrategia de inversión de más a menos, es decir, diseñando una política de inversiones que sea coherente con sus objetivos de inversión.
  • Pensar qué exposición financiera se quiere alcanzar y buscar los productos acordes a este objetivo. Y evitar el enfoque clásico, de aproximar los productos disponibles de su entidad a sus necesidades.
  • No hay que fiarse de nombres "glamurosos", hay que entender dónde se invierte. En muchos casos, el nombre del fondo no se asemeja nada a lo que hace el fondo.
  • Mirar las modificaciones estatutarias que han existido en la vida de sus fondos o en los que le ofrezcan. Si el fondo ha sufrido alguna, debe entenderse lo que se ha hecho. Estos cambios estatutarios pueden ser fusiones interesadas, cambios de política de inversión, variaciones en la comisión de gestión o de salida, etc.
  • Analizar y estudiar la política de inversión del fondo, donde puede invertir éste y qué grados de discrecionalidad tiene el gestor. Cuanto mayor sea ésta, habrá más posibilidades de llevarse sorpresas y normalmente más caro será el producto.
  • No deben seleccionarse los fondos mediante su rentabilidad reciente, sino por la exposición a la clase (por ejemplo, renta fija) y subclase de activo (por ejemplo, corporativa europea) que quiera tener. Dado que hay una gran variabilidad de retornos entre las distintas clases de activos y no suelen tener persistencia en el tiempo, si se compra sólo por la rentabilidad, se acabará teniendo activos caros a destiempo.
  • Hay que fijarse en los productos con comisiones más bajas. En los fondos de inversión no hay ninguna relación entre comisiones más altas y mejores resultados. Pero si la hay, es al revés.

A pesar de todo lo anterior, los fondos son un magnifico instrumento de ahorro colectivo que no hay que despreciar; se trata de productos atractivos por su diversificación, por su acceso a clases de activos no fácilmente invertibles por el inversor no institucional, por su liquidez, por su seguridad, por su transparencia, por su magnifico tratamiento fiscal y por la gran oferta de alternativas. Pero, como en todo, hay que saber qué escoger o al menos evitar caer en muchas de las trampas de fondo a las que la industria nos expone como ahorradores.

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