Menú
José T. Raga

La respuesta de los hechos

El efecto está en todos los libros de hacienda medianamente responsables: un efecto por el cual las necesidades de financiación pública expulsan del mercado a las necesidades de financiación privada, ya que los recursos financieros son limitados.

Tienen una ventaja sobre las personas y es que los hechos suelen ser más expresivos, tienen menos condicionantes sociales o políticos y, finalmente, presentan evidencias incontrovertibles, ni siquiera sometidas a interpretaciones bondadosas que sólo contribuyen a entorpecer la atención y a confundir a las personas.

Supongo que muchos desearían que los hechos nunca apareciesen a la luz de las gentes, y que a ser posible ni siquiera existiera la posibilidad de esperar de ellos el lenguaje de la realidad. Sin embargo, es la esperanza que nos queda a buena parte de los humanos, que no tenemos la posibilidad de conocer los orígenes y fundamentos de unas decisiones o de leer entre líneas los discursos de quienes nos gobiernan.

La realidad es que estamos hartos, y repito "hartos", de asistir, al menos desde los medios de comunicación, a interpelaciones múltiples cruzadas entre oposición y Gobierno, de las que no conseguimos conclusión alguna, a no ser cuando se producen acompañadas de una gresca aguda que, al menos, nos transmite eso, la gresca, que también es poco. Quiero decir que a las preguntas dirigidas a quien manda, suele responderse por éste, que usted más, o que un antecesor suyo hacía lo mismo, o simplemente que nunca se le podrá acusar de esta dejación o de aquella, cuando realmente se le está acusando de ello.

En resumidas cuentas, que el administrado, el honesto contribuyente –que gracias a los impuestos que él satisface con el sacrificio propio y el de su familia, vive con envidiada comodidad el político que los administra– se queda, ante las preguntas sin respuesta, carente de información, hasta el punto de no saber ni para qué paga los impuestos, ni para qué vota en las elecciones y, si me apuran, ni para qué vive en este país pudiendo vivir en cualquier otro.

Lo que ocurre, para desgracia de la clase política, es que hay muchos ciudadanos que tienen una memoria privilegiada, en la que se almacenan vivas aquellas cuestiones que no encontraron respuesta, hasta que un día surge a la luz pública un hecho, sólo relatado como un acontecimiento neutral, algo ingenuo, normal en la vida de una sociedad, que sin embargo se convierte en la más elocuente de las respuestas a aquella pregunta o interpelación incontestada.

¿Se acuerdan de preguntas que se han hecho, no hace mucho, acerca de dónde están los billetes de quinientos euros o cómo el dinero que se está inyectando en el sistema financiero no llega a las familias ni a las pequeñas y medianas empresas? Yo, personalmente, sigo esperando una contestación satisfactoria a estas preguntas. A la primera se dijo que se investigaría a través de los intermediarios financieros, la personalidad de quienes acudieran a las oficinas bancarias con aquellos billetes de tan alto valor facial. Sin embargo, miren ustedes qué pronto los hechos, que son los que hablan sin tapujos y sin promesas, nos dijeron que los billetes de quinientos euros los tenía un ministro español que acostumbraba a cazar, en ocasiones acompañado de un magistrado-juez, y que sus facturas las pagaba con aquel tipo de billetes, ya que la cuantía de los gastos justificaba el uso de aquellos billetes de banco.

En respuesta a la segunda pregunta, se prometía por parte de quien gobierna, que se vigilaría y se exigiría que la dedicación del dinero inyectado en los bancos y cajas fuera a mejorar la financiación de familias y pequeñas y medianas empresas. Si se les ha olvidado aquella promesa, conviene que la refresquen porque los hechos, una vez más, se han encargado de deshacer el equívoco, y de poner luz en la oscuridad. Y es que el viejo refrán ya lo tenía dicho que "se coge antes a un mentiroso que a un cojo".

A lo que se está dedicando el dinero inyectado los bancos y a las cajas, inicialmente fue para pagar las deudas con sus acreedores y, en estos momentos a comprar títulos de deuda del Estado; es decir, a financiar la prodigalidad del Gobierno de la Nación, cuya torpe administración ha provocado un déficit que necesita recursos para su financiación. Así es que ni PYMES ni familias. El Estado avala y concede liquidez a los bancos y cajas para que éstos compren su deuda y la financien para poder seguir administrando mal sus recursos y pronunciando discursos en alabanza de su buena gestión.

¿Dirán ustedes que estamos ante un círculo vicioso? Y, en ello, no puedo contradecirles. Porque vicioso es el hecho de gastar más de lo que se tiene, y círculo es el que se organiza entre el Estado avalando lo que, seguramente, no tendría que avalar, para que después le financien la deuda que emite para cubrir el déficit producido por aquel gasto excesivo. ¿Y por qué precisamente ahora que es cuando mayores necesidades financieras existen en la economía nacional? Por una razón muy sencilla: porque los extranjeros, sobre todo de Alemania y Japón, que siempre fueron compradores de la deuda española, son ahora más temerosos ya que también por esa alegre administración deficitaria del Gobierno de España, la solvencia de nuestro país ha sido reducida en las valoraciones de las agencias internacionales, por lo que son los bancos españoles los que tienen que salir al quite, en este tercio en el que se encuentra la corrida en el momento presente.

El efecto está en todos los libros de hacienda medianamente responsables. Le llamamos efecto expulsión (en inglés crowding out). Un efecto por el cual las necesidades de financiación pública expulsan del mercado a las necesidades de financiación privada, ya que los recursos financieros son limitados. Así que, con dolor de corazón, pues ellos sí que administran con prudencia y sin alegrías sus disponibilidades, creo que las familias y las pymes seguirán esperando el advenimiento de esos recursos que les permitirían seguir en el mundo, porque se han dedicado a financiar las promesas demagógicas y electoralistas de un gobierno de espaldas al bien de la comunidad.

En Libre Mercado

    0
    comentarios