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José María de Azpilcueta

El BCE le da a la máquina de los billetes

El BCE ha decidido situar los tipos de intervención por debajo del nivel pre-crisis; ha alargado la financiación a los bancos; y además ahora se va a dedicar a comprar riesgo inmobiliario a través de las cédulas. Vamos, todo muy lógico, ¿no?

El Banco Central Europeo ha sucumbido a la presión y no ha evitado la llegada a la zona euro del famoso y muy cacareado "quantitative easing". Un término de difícil traducción para expresar lo que toda la vida se ha llamado "darle a la maquinita de imprimir billetes". Hace unos días, el BCE –además de bajar los tipos de interés y de alargar el período máximo de financiación a los bancos de 6 a 12 meses– anunció su plan de comprar cédulas hipotecarias y territoriales por importe de 60.000 millones de euros. Las cédulas son títulos de deuda, emitidos por instituciones financieras, respaldados por la cartera de préstamos hipotecarios (cédulas hipotecarias) o de préstamos otorgados al sector público (cédulas territoriales).

El "quantitative easing" es un mecanismo que ya está siendo usado por otros bancos centrales, como la Reserva Federal y el Banco de Inglaterra. Consiste en la compra de activos –como pueden ser las cédulas en el caso del BCE– por parte de un banco central, y cuya contrapartida es un aumento de las reservas que los bancos poseen en ese banco central. En definitiva, un proceso para sacar billetes de la chistera, o lo que es lo mismo, incrementar la masa monetaria. Ciertamente, el importe anunciado es un porcentaje pequeño en comparación tanto con la masa monetaria como con el PIB de la zona euro. Sin embargo, la clave no está en la cantidad, sino en el hecho en sí, en la decisión de iniciar una peligrosa senda hacia la pérdida del valor de la moneda. Los defensores de la medida afirman que la compra de cédulas facilitará que los bancos concedan nuevo crédito a empresas y familias. Una conclusión equivocada y basada en unos planteamientos erróneos acerca del origen de la crisis.

El BCE parece decidido a ir –como se dice en el argot ciclista– a tumba abierta, pero sin frenos. Después de una burbuja producida por unos tipos de interés que no reflejaban el ahorro real de la sociedad; de un estallido de la misma ligado al sector inmobiliario; y de un aderezo de falta de prudencia por parte del sector bancario, ¿qué hace nuestro banco central? Como preguntarían los británicos, guess what. Pues ha decidido situar los tipos de intervención –la coletilla, la verdad, es suficientemente elocuente– por debajo del nivel pre-crisis; ha alargado la financiación –al grito de barra libre para todos– a los bancos; y además ahora se va a dedicar a comprar riesgo inmobiliario a través de las cédulas. Vamos, todo muy lógico, ¿no?

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