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Gina Montaner

El sacerdote tránsfuga

Lo que de ninguna manera quiere perder Cutié es su proyección desde el púlpito, ya que convertirse en un ciudadano de a pie, con un trabajo de nueve a cinco, lo convertiría en un tipo invisible y anónimo.

La saga del padre Alberto Cutié continúa en los Estados Unidos. Desde que una revista del cuore lo pillara en una playa de Miami Beach haciéndole arrumacos a una desconocida, el escándalo ha ocupado los titulares de los periódicos y los informativos nacionales.

El popular y mediático sacerdote no perdió tiempo en conceder entrevistas a dos importantes cadenas de televisión en las que admitió que los apetitos terrenales pudieron más que su compromiso con el celibato. Y sin sonrojarse proclamó su amor por una mujer de origen guatemalteco con el sonoro nombre de Ruhama Buni Canellis. En ese momento dio a entender que las autoridades eclesiásticas le habían otorgado un periodo de reflexión. Una tregua que, por otras fotos que poco después aparecieron de la pareja en Los Angeles, tuvo más de ejercicios carnales que espirituales.

Si de algo sabe Cutié es de cómo llevar a cabo una perfecta operación de marketing que podría garantizarle un contrato con algún medio de comunicación. Tal vez por ello la semana pasada reapareció en una multitudinaria rueda de prensa junto al Obispo de la Iglesia Episcopal del sureste de la Florida, para anunciar que había fichado con esta denominación. El padre Cutié no lo hizo solo, sino en compañía de su flamante novia, quien se comportó muy modosamente y totalmente identificada con su nuevo papel de futura esposa de un pastor en ciernes.

El trasvase del famoso sacerdote de una Iglesia a otra se ha manejado como si se tratara de la estrella del soccer David Beckham. Lo que de ninguna manera quiere perder Cutié es su proyección desde el púlpito, ya que convertirse en un ciudadano de a pie, con un trabajo de nueve a cinco, lo convertiría en un tipo invisible y anónimo. Otro oficinista agobiado a quien nadie presentaría como invitado estelar. Ha de ser para siempre el padre Alberto, sólo que a partir de ahora será el pastor Alberto.

La Iglesia Católica Romana está que trina por esta traición que podría encerrar más premeditación y alevosía de lo que pareció en un primer momento. Según el arzobispo del Sur de la Florida, Cutié, en su afán por aprovechar al máximo el clímax de la noticia antes de que muriese en la avalancha de escándalos de la era de internet, se pasó al bando rival sin avisar a sus superiores. Tras un anuncio hollywoodiense que contó con el golpe de efecto de una ceremonia televisada en la que los novios recibieron los sacramentos episcopales, durante un año el ex sacerdote oficiará como ministro laico antes de ordenarse como pastor.

Lo más probable es que en los primeros meses Cutié atraerá más público a su nueva iglesia que los Rolling Stone. No faltarán las groupies, los curiosos y los católicos light. Pero el tiempo pasará y, con suerte, en su antigua parroquia, la modesta San Francisco de Sales, aparecerá otro cura dispuesto a ganarse a sus feligreses. Entretanto el padre Alberto podría estar preparando una boda digna de la portada de Hola. No sé a qué espera para protagonizar un reality show. El guión ya está escrito.

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