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Guillermo Dupuy

Dolor para negociar

Yo no sé si el Gobierno de Zapatero va o no a volver a negociar con los terroristas. Pero de lo que no tengo duda es de que ETA intenta negociar y de que prueba de ello es que mata y va a seguir matando para ello

Un día antes de que la ETA asesinara al policía nacional Eduardo Puelles, Mayor Oreja transmitía a El Mundo TV su convicción de que ETA "va a volver a intentar una segunda parte de la negociación con el Gobierno". Para los que creemos que ETA no mata por matar, sino que mata para que la obedezcamos, las palabras de Mayor Oreja no nos deberían sorprender: el asesinato y la negociación han sido siempre las dos caras de la misma moneda terrorista etarra. Desde su fundación, ETA mata porque está convencida –con razón o sin ella– de que el Gobierno español, tarde o temprano, negociará con ella. Bien es cierto que esa convicción ha sido involuntariamente alimentada por todos los partidos políticos que suscribieron el funesto Pacto de Ajuria Enea y su disposición a "un final dialogado de la violencia". Mientras que ningún gobierno francés ha respondido con "diálogo" a ninguna de las treguas de ETA, en España no ha habido uno solo que no lo ha hecho con la excusa –o la errada y sincera esperanza– de constatar si estábamos o no ante una posibilidad abierta al final dialogado de la violencia. Se dirá con razón que estos gobiernos, hasta la llegada de Zapatero, no se sentaban para negociar –y menos aun prenegociar– ningún precio político con la banda; pero lo importante es lo que crean los terroristas, no sus interlocutores gubernamentales.

Por otra parte, no es tan descabellado que los terroristas se hagan ilusiones aunque sean falsas sobre el alcance de ese "diálogo" si, ya para empezar y a diferencia de lo que se hace con otro tipo de delincuentes, sus interlocutores gubernamentales no consideran que estén pagando un precio político cada vez que se sientan con quienes se suponen que son criminales prófugos de la Justicia o cada vez que les ofrecen "generosidad" en el ámbito penitenciario. Más aun cuando –frente a las mentiras y las trampas de los gobiernos que nos hacían creer que los terroristas estaban en mejor disposición de la que estaban– ETA siempre ha dejado claro en sus comunicados de tregua que justificaban y condicionaban la continuidad de sus "alto el fuego" a esos delirios soberanistas por las que han venido matándonos. El diálogo con ETA no es que haya puesto fin al crimen es que lo ha perpetuado.

Yo no sé si el Gobierno de Zapatero va o no a volver a negociar con ETA, entre otras cosas porque ahora le sería mucho más difícil anestesiar a la gente con el engañabobos de la "paz". Pero de lo que no tengo duda es de que ETA intenta negociar y de que prueba de ello es que mata y va a seguir matando para ello. Ahí están también las amenazas en Gara del último vocero de banda, Alfonso Sastre, en las que insta a López a negociar o a afrontar "tiempos de mucho dolor en lugar de la paz". El dolor pone en valor la negociación y si no hubiera dolor no habría nada que negociar.

Esperemos que la firmeza del discurso de Patxi López no sea un "ritual de condena", como los ha calificado el proetarra, y como los que, desgraciadamente y desde hace décadas se han intercalado con las ofertas de "diálogo" y "generosidad". Esperemos que sen un punto de no retorno para ir de verdad a por ellos, con la fuerza y la inexorabilidad que exige el imperio de la ley.

Hay admirados compañeros de este mismo periódico a los que les ha molestado las referencias de Patxi López al fascismo. Teniendo en cuenta el pegote que fue el internacionalismo en el marxismo y en la historia del socialismo, a mí no me parece tan impreciso emparentar a los etarras y sus simpatizantes con un movimiento revolucionario de extrema izquierda, nacionalista y socialista como fue el fascismo. Y desde luego, supongo que estaremos todos de acuerdo en que es mucho más inadecuado denominarlo con eufemismos como "movimiento de liberación nacional vasco", tal y como hizo Aznar. Y que conste que, para mí Aznar ha sido, con grandísima diferencia, el menos malo de los presidentes de Gobierno en lo que a política antiterrorista se refiere. A mí lo que me preocupa del discurso de Patxi López es que se olvide, y que vuelva a hablar, como todavía hacía incluso en su discurso de investidura o en la Ser hace unas semanas, de "generosidad" o de su disposición a "arriesgar por el objetivo de la paz". A mí lo que me preocupa es que los socialistas sigan sin instar la disolución de los ayuntamientos gobernados por los proetarras. A mí lo que me preocupa es que sigan siendo legales los proetarras que ahora encabeza Alfonso Sastre. A mí lo que me preocupa es que se siga dando vida y esperanza a ETA con una forma equivocada de ponerle término.

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