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Cuándo y cómo saldremos de la crisis (o no)

Guía para entender la crisis 2007-201X (y VI). No es improbable un escenario a la japonesa en España, por la fobia al sacrificio de la sociedad actual, las mediocres clases políticas, y la bajísima natalidad. Alejandro Macarrón Larumbe.

Aunque sólo un charlatán de feria podría asegurar que sabe cuándo saldremos de la crisis de forma clara y consistente (es decir, en qué año 201X empezaremos a crecer de nuevo con fuerza), y si finalmente esta crisis tendrá forma de U, V, L o W, es razonable concebir escenarios como los que, en lenguaje sintético, desarrollamos seguidamente.

Escenario de recuperación rápida en España (X = 0-1)

No es probable, por la pesada digestión del exceso de ladrillo, falta de competitividad, necesidad de desendeudarnos, crisis bancaria en ciernes, y gobierno nacional y ejecutivos autonómicos -salvo excepciones- con escasísimas ganas de reformas estructurales impopulares. Desgraciadamente, parece que en esta crisis llegaremos a entre 4,5 y 6 millones de parados en España. Y que nuestra X será más bien 2, 3 ó un número mayor.

Escenario de salida rápida internacional (X = 0-1)

Es dudoso, porque todo Occidente y muchos otros países han entrado en una recesión profunda, y cada país afectado tiene su propio talón de Aquiles. No obstante, la gran velocidad actual de flujos de información podría ayudar a adelantar la recuperación mundial, y EEUU lleva ajustándose ya bastante tiempo.

Escenario a la japonesa en España y/o fuera de ella (X indefinido)

Se embalsa la crisis a base de más deuda pública y dinero barato, y vivimos mucho tiempo en una mediocridad no dramática (pero cuidado, que la deuda pública de Japón ya supone un 190% de su PIB, un nivel que asusta. Por cierto, en 1992, cuando empezó su crisis, las finanzas públicas niponas eran un modelo de buena salud y equilibrio). No es improbable, por la fobia al sacrificio de la sociedad actual, las mediocres clases políticas, y la bajísima natalidad.

Escenario internacional / nacional como en la Gran Depresión (X > 5, y caída acumulada del PIB mayor del 10% ó 15%).

Parece menos probable, porque ahora tenemos más conocimientos de economía, hay mucha más tecnología y productividad, la globalización sin proteccionismo lo dificultaría, no hay amenaza comunista, y hay mucha mayor riqueza acumulada.

Pero… Lehman Brothers, fundada en 1850, sobrevivió a todas las crisis previas, hasta 2008. Y Barack Hussein Obama no ha empezado haciendo reformas estructurales, sino políticas socialdemócratas, en vez de esperar para ello a que la economía estuviese mejor -a diferencia de lo que hizo Lula en Brasil, que con gran sensatez aplazó inicialmente su agenda izquierdista-, previéndose un astronómico déficit presupuestario federal en su primer año fiscal como presidente (un 12%-13% sobre PIB, equivalente a un descuadre presupuestario de alrededor del 100% de los ingresos fiscales federales. Es decir, un agujero no menos negro que los que popularizó en su día Stephen Hawking).

Escenario chavista-peronista en España (¿X > 5?)

No es descartable que nos despeñemos por una corriente populista, si al gobierno y sus aliados les diera por huir hacia adelante con políticas peronistas-chavistas, dentro de lo que esto sea posible en Europa, y el pueblo español lo refrendara.

Medidas fáciles (keynesianas) y medidas difíciles (reformas estructurales)

Aunque los precios inmobiliarios no se están adaptando en España con la celeridad deseable a niveles que los vuelvan a hacer atractivos para el grueso de los potenciales compradores, el sector privado, en conjunto, ya está haciendo su ajuste, mediante la reducción de gastos y deuda, la eliminación de actividades menos productivas, la preparación de nuevos productos en las empresas más innovadoras, o un mayor esfuerzo de salida al exterior (aunque en esta crisis sea más difícil prosperar por esta vía que en otras anteriores, porque no podemos devaluar nuestra moneda, y por el desplome del comercio internacional y la caída de casi todas las economías).

En cambio, en políticas públicas, impera el keynesianismo: más gasto y endeudamiento público para salvar el sistema financiero y paliar la caída de la demanda. Pero incluso si se opta sólo por esta vía contra la crisis, puede haber un keynesianismo de mejor calidad (construir infraestructuras útiles, o dar ayudas públicas para la reconversión de sectores en crisis), y otro de peor calidad (abrir y cerrar las mismas zanjas, o hacer obras públicas apenas necesarias). ¿Cuál de los dos se está practicando en España, con medidas como el famoso Plan E?

Además, si el keynesianismo no va acompañado de reformas estructurales -como está siendo el caso, porque vivimos en la sociedad del no-dolor, y de los políticos sin valor para hacer cosas impopulares, aunque a la larga sean buenas para el bien común-, puede ser peligroso a medio plazo, y además ser practicable sólo por unos pocos años, pues el nivel de endeudamiento público sostenible tiene un límite.

Asimismo, por el fenómeno conocido como crowding out, la financiación pública excesiva puede dificultar que el sector privado tenga acceso a los fondos que necesitaría, y con ello dañar la actividad económica productiva.

En todo caso, tal vez sea más viable introducir reformas estructurales en España cuando la recesión lleve instalada más tiempo entre nosotros, y la sociedad española, “macerada” por una larga crisis, sea de nuevo más sufrida y esté más dispuesta a aceptar sacrificios.

¿Y qué habría que corregir en España mediante reformas y cambios estructurales? Sin duda, todos o buena parte de los abundantes “lujos de nuevo” rico de la España actual que señalamos en esta serie de artículos: el despilfarro en el gasto público y el desmadre autonómico, la desastrosa regulación de nuestro mercado laboral, nuestro inadecuado modelo energético, el sistema educativo, la inseguridad jurídica, etc.

Razones para el optimismo y para el pesimismo ante la crisis

Como demuestra la triste historia económica de la Argentina de la segunda mitad del siglo XX, o la muy mediocre del Japón de los últimos diecisiete años, si no se hacen los deberes y se reforma lo que lastra la economía, de las crisis no se sale de forma automática.

De hecho, en España, hay importantes elementos estructurales que avalan tanto el pesimismo como el optimismo. Y con ellos concluiremos esta serie de artículos, junto con un mensaje muy claro: la solución de la crisis (o por el contrario, que sigamos mal indefinidamente) está en nuestras manos. De nuestros políticos, votantes, empresarios, asalariados, profesionales y consumidores. De unos más que de otros, pero de todos en alguna medida.

Algunas razones para el pesimismo

No parece haber valor para acometer reformas estructurales, ni para castigar a personas culpables de la crisis. Ni el gobierno, ni la mayoría de nuestra clase política, parecen dar la talla en esta crisis.

Tampoco Barack Hussein Obama y los líderes europeos parecen dar la talla en materia económica para acometer reformas estructurales. Y el perfil promedio de los gobernantes de Iberoamérica va a peor.

La actual estructura político-económica de España está plagada de lujos de nuevo rico / despropósitos/ ineficiencias, y de beneficiarios de esas ineficiencias. El sector público se ha descapitalizado de talento en España, EEUU y otros países, talento que se ha concentrado en el sector privado, en el que se puede ganar mucho más dinero, y donde quien vale tiene más expectativas de realización profesional.

Y lo más grave de todo: la sociedad ha perdido muchísimo vigor moral, está menos dispuesta que nunca a afrontar sacrificios, y la demografía autóctona está en alarmante declive.

Algunas razones para el optimismo

Hemos salido de graves crisis anteriores con las reformas adecuadas, y se ha aprendido mucho de ellas. El sector privado se ajusta por sí sólo de todos modos, y como la información fluye ahora más deprisa, tal vez lo haga más rápido que nunca.

El tejido empresarial español es el mejor de nuestra historia, con un buen ramillete de empresas entre las mejores y mayores del mundo en sus respectivos campos: Telefónica, Santander, BBVA, Iberdrola, Repsol, El Corte Inglés, La Caixa y su grupo industrial (Gas Natural - Fenosa, Abertis, Agbar…), Ferrovial, Acciona, ACS, FCC, OHL, Inditex, Indra, Acerinox, Mapfre, Gamesa, Iberia, etc.

España sigue siendo uno de los países mejores para vivir en el mundo. Y por ello, junto con otras ventajas geográficas y de coste, y su papel de puente entre Iberoamérica y Europa, podría seguir atrayendo mucha inversión extranjera, si hacemos los deberes.

China, la India y otras economías emergentes probablemente seguirán desarrollándose, y aportando crecimiento al conjunto del mundo.

Y la razón más importante de todas para ser potencialmente optimistas: son tantos nuestros lujos de nuevo rico como nación -pese a los cuales seguimos siendo un país globalmente opulento, lo que implica que la productividad de la parte sana de nuestra economía es altísima-, que corrigiendo sólo un 50% de ellos estaríamos mucho mejor.

No obstante, si como sociedad no recuperamos de forma progresiva el vigor moral perdido, y si nuestras tasas de natalidad no repuntan en un tiempo razonable hasta los niveles de reemplazo de la población, el futuro a largo plazo de nuestra economía, bienestar social y sistema democrático no tiene buena pinta.



Alejandro Macarrón Larumbe

Consultor de Estrategia de Empresas y Finanzas Corporativas

Artículo publicado en Expansión el 30 de mayo de 2009

 

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