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Amenazas en y desde Malí

La presencia de terroristas en el sur argelino y en Malí y Níger alarma desde hace años pero está adquiriendo cada vez más importancia conforme pasa el tiempo para los españoles: hay toda una proliferación de secuestros.

Malí es un país saheliano en el que su papel como lugar de paso de múltiples tráficos ilícitos se ha visto agravado con el de ser escenario de crecientes actividades terroristas: emboscadas a militares y policías malienses, secuestro –y recientemente también asesinato– de extranjeros y, en un terreno para algunos inocuo, un intenso proselitismo yihadista que trata de atraer a las comunidades Tuareg del norte del país.

Por Malí pasan dos de las principales vías de acceso de irregulares subsaharianos hacia las costas septentrionales de África: una que desde Bamako se dirige hacia el oeste, hacia Senegal y Mauritania, y otra que desde Tombuctú o Gao se dirige a Argelia y Libia. Sobre el tráfico de drogas destacaremos que según declaraba el pasado 24 de junio Abdelmalek Sayah, director de la Oficina Nacional de Lucha Contra las Drogas y la Toxicomanía (ONLCDT) argelina, el 15% de toda la droga producida o canalizada –en el caso de la cocaína sudamericana– por países subsaharianos pasa por Tammanrasset adonde accede principalmente vía Malí.

La presencia de terroristas en el sur argelino y en Malí y Níger alarma desde hace años pero está adquiriendo cada vez más importancia conforme pasa el tiempo para los españoles. Hay una proliferación de secuestros, como el de 32 turistas occidentales, la mayoría alemanes, en 2003, o el de una pareja de austriacos en 2008, los primeros capturados por terroristas en el sur de Argelia y los segundos en el sur de Túnez y llevados todos ellos a Malí mientras se negociaban los rescates. Parte del grupo de 32 inicialmente secuestrados en 2003 fue liberado en una acción militar argelina realizada en la zona de Tammanrasset. El pasado 3 de junio Al Qaeda en las Tierras del Magreb Islámico (AQMI) anunciaba por internet que había ejecutado/asesinado en Malí al rehén británico Edwen Dyer, secuestrado en el oeste de Níger el 22 de enero junto a otros tres extranjeros: uno de ellos, un suizo, aún está secuestrado y las otras dos eran liberadas en Malí el 24 de abril junto con dos diplomáticos canadienses que llevaban secuestrados desde diciembre. Este asesinato habría tenido lugar el 31 de mayo, al expirar el segundo plazo dado por los terroristas para que se cumplieran sus inaceptables exigencias, entre ellas la liberación de Abu Qutada y de otros presos localizados en el Reino Unido.

Sobre muertes en enfrentamientos entre militares y terroristas en el norte de Malí existen referencias desde antiguo, así como de operaciones militares argelinas contra la infiltración terrorista e incluso de ejemplos de colaboración "ad hoc" argelino-maliense. El 7 de julio AQMI acaba de anunciar la muerte de 28 militares malienses y el secuestro de tres en un ataque producido el 4 de julio en la región septentrional de Wasra. Los yihadistas salafistas llaman en su comunicado titulado La conquista de Wasra al Gobierno maliense a poner fin a su ofensiva lanzada tras el asesinato del rehén británico y a los grupos Tuareg a unirse a lo que califican de "batalla decisiva en la historia de la nación musulmana".

En términos de respuestas cabe recordar la más reciente reunión –celebrada el 19 de mayo en la capital de Níger, Niamey– de responsables policiales, militares y de servicios de inteligencia de países saharianos y sahelianos junto a colegas de Alemania, España, Francia, Holanda, Italia y Reino Unido, en un encuentro que daba continuidad a otro celebrado en Marsella y a crecientes ejes de cooperación bilaterales como el argelino-maliense. Ello se añade a la visibilidad estadounidense en la zona a través de su Iniciativa Trans-Sahariana Contraterrorista (TSCTI) y a la necesidad de acabar con la impunidad con la que los terroristas se mueven por ella.

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