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Fundación Heritage

Lo que el Estado no puede hacer por usted

Ningún programa de gobierno puede reemplazar el papel de los padres en los estudios de sus hijos.

En Washington DC, la fórmula casi nunca cambia. Los políticos ven un problema, le echan dinero encima y ponen sus esperanzas en que el problema desaparecerá. Lamentablemente, esa estrategia casi nunca funciona. ¿La razón? Muchas veces se suele deber a que la respuesta al problema no está en el gobierno sino en el hogar.

Aunque hay abundancia de ejemplos para escoger, la triste situación del sistema escolar norteamericano es especialmente difícil de soportar. Y para mí, como para los norteamericanos de descendencia hispana, este tema es de mucho mayor interés.

Los niños hispanos representan un alto porcentaje de todos los alumnos pertenecientes a las escuelas públicas, muy especialmente en ciudades como Nueva York, Chicago, San Antonio y Los Ángeles, entre otras.

Las estadísticas hablan por sí solas. El índice de estudiantes que no aprobarán sus estudios y se quedarán sin acabar el bachillerato es asombroso. De hecho, según un estudio de la Fundación Bill y Melinda Gates, el índice de abandono escolar a nivel de bachillerato se aproxima al 50%.

Esto quiere decir que casi uno de cada dos estudiantes no concluirá su educación básica para poder enfrentarse a los exigentes retos que ya presenta el mercado laboral del siglo XXI.

Y esto pesar de que en las últimas décadas, empezando en los años 60, el gobierno federal de Estados Unidos se ha gastado millones de dólares tratando de mejorar el sistema educativo. Es más, hace sólo un par de meses, el Congreso y el presidente Obama incluyeron aproximadamente unos 98.000 millones de dólares destinados a educación en el paquete de estímulo económico.

Simple y llanamente, la falta de dinero no es el problema. La realidad es que el problema se debe a los intereses creados dentro del sistema educativo por aquellos que se resisten a cualquier forma de cambio del actual esquema. Por ejemplo, los sindicatos de profesores que aparentemente están más preocupados en proteger los intereses de sus millones de miembros que en hacer todo lo posible para asegurar que nuestros niños reciban la mejor educación.

Sin embargo, la verdad es que ningún programa de gobierno puede reemplazar el papel de los padres en los estudios de sus hijos. Como mi colega, Christine Kim, recientemente escribió en su estudioAcademic Success Begins at Home (El éxito académico empieza en casa): "Las ciencias sociales resaltan la importante relación entre una estructura familiar intacta, el interés de los padres en los hijos y los resultados escolares que van desde la preparación académica hasta completar los estudios universitarios".

Es decir, los niños tienden a rendir mejor en sus exámenes cuando sus padres demuestran interés en sus estudios. Además, la autora del informe concluye que los estudiantes que cuentan con ambos progenitores suelen rendir mejor en sus estudios que los estudiantes de hogares monoparentales.

Puede que esto nos parezca obvio, pero desafortunadamente también parece que los norteamericanos se han acostumbrado a recurrir para todo a Washington en busca de soluciones... incluso de soluciones al problema del sistema educativo.

Y para la comunidad hispana en particular, el tema de la educación es sumamente importante. A medida que nuestros números demográficos crecen, los padres tendrán que hacer más para asegurarse de que están cumpliendo con su papel en la educación de sus hijos. Y es que sentarse con un hijo para ayudarle con los deberes es algo tan valioso que no tiene precio.

©2009 The Heritage Foundation
* Traducido por Miryam Lindberg

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