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José Antonio Martínez-Abarca

Qué fácil con Moratinos

"La soberanía es un tema irrenunciable", dice. Ya ha renunciado a ella por el simple paso de cruzar la frontera. Un ministro de Exteriores español sólo puede caer en territorio gibraltareño si derriban su avión.

Tengo un ex compañero de pupitre del cole que es asesor del ministro de Exteriores Moratinos. Naturalmente, no tenía noticia de a qué se dedicaba. Me lo encontré en una reciente cena de antiguos, casi antiquísimos alumnos y, sabiendo que empleaba su vida en la genérica "diplomacia", le dije a modo de despedida: "pues nada, lleva cuidado con Moratinos". "Te agradará sin duda saber que soy asesor del ministro", me dijo con una amplia sonrisa. Menos mal que no había añadido ningún adjetivo dedicado a su jefe. Haber ido a colegio religioso de pago para esto. El resto del curso, de derechas de toda la vida, se mostraba indignado. Si aquel chico ejemplar hubiese aparecido con una cresta "punk", la consternación no habría sido mayor.

Estaba encantado con la forma de llevar la diplomacia española que tenía Moratinos. "Es muy fácil trabajar con él". Y tan fácil, como que en lugar de decir a todo que "no" dice a todo que "sí". ¿Será por buenista? Tanto da que el ministro haya ido a Gibraltar a presentar sus respetos o a pasar un alijo de costo por la frontera. Los británicos no se van a conmover por el gesto. No se conmovería ni John Lennon, que pasó por la roca durante su muy pastelosa luna de miel con Yoko Ono. "La soberanía es un tema irrenunciable", dice. Ya ha renunciado a ella por el simple paso de cruzar la frontera. Un ministro de Exteriores español sólo puede caer en territorio gibraltareño si derriban su avión. Todo lo demás es concelebrar a su Graciosa Majestad. Moratinos no sólo está riéndole la gracia a la soberanía británica. También a la corrupción indistinguible de la economía oficial de la roca.

Moratinos ha asegurado que la salida a este contencioso "pasa por la cooperación y el diálogo" con el Reino Unido y con la colonia. Moratinos, y supongo que también el asesor ex compi de pupitre del cole, sabe perfectamente que la salida a este contencioso no pasa por nada de eso. ¿O es que no se coopera ya lo bastante con el Reino Unido, al que Moratinos parece que tiene en gran consideración como uno de esos "países gamberros" tercermundistas que tanto gustan en Moncloa? Lo único que pasa por ahí es el propio Moratinos, quien no tiene intención alguna de acabar con el contencioso porque entonces se le acabarían las fotos para la alianza de civilizaciones y peñones. Es lógico que el ministro británico de Exteriores y el "llanito" Caruana estén absolutamente convencidos, como me aseguraba el asesor del ministro, de que es muy fácil trabajar con él. Tan fácil que ya no se sabe para quién trabaja el propio ministro. Este viaje no se
sabe si es una visita diplomática o alta traición al Estado. Por la sonrisa de los británicos yo diría que piensan que hay más de lo segundo. Me extraña que Moratinos desde el peñón no le declarara la guerra al resto de la península.

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