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Alberto Acereda

Sarah Palin no se arruga

Sarah Palin se perfila como la persona capaz de liderar en el ruedo político el movimiento conservador norteamericano y la única que parece saber unir fuerzas sin ambages con la ciudadanía y con populares comentaristas conservadores.

Hace cuatro semanas la que fuera candidata a la vicepresidencia de Estados Unidos en 2008, Sarah Palin, sorprendió a todos indicando que a final de julio dejaría su puesto de gobernadora de Alaska y no se presentaría a un segundo mandato. Así ha sido y desde el pasado 26 de julio, Palin dejó ya oficialmente su cargo. A lo largo de este último mes las opiniones tras la sorprendente decisión fueron diversas y en todas se buscaban las posibles razones. Corrieron todo tipo de rumores y apreciaciones. Para algunos analistas, Palin se iba de la política al estar harta de los feroces ataques personales contra ella y contra su familia, calumnias permanentes lanzadas por individuos o medios cercanos al Partido Demócrata e incluso por famosos de Hollywood. Para otros comentaristas, Palin se iba antes de que un supuesto gran escándalo saltara a la luz pública y antes de que fuera forzada a dimitir. Algunos creyeron que su salida se debía meramente a razones familiares o económicas. Otros pensamos, y así lo seguimos creyendo, que Palin iba un paso por delante de sus admiradores y de sus detractores y que, con su decisión, iniciaba su verdadera carrera política a nivel nacional y pensando ya en una posible candidatura presidencial bien en 2012 o ya en 2016.

Con apenas cuarenta y cinco años, Sarah Palin es hoy por hoy la figura política que más moviliza a los votantes del Partido Republicano y la que más seguidores inspira entre los posibles candidatos republicanos a la presidencia. En aquel inesperado discurso de inicios de julio Palin dejó clara su intención de no presentarse a un segundo mandato como gobernadora de Alaska. Tras apuntar los logros reales conseguidos por su administración, que no han sido pocos, Palin explicó cómo desde su nominación como candidata a la vicepresidencia en 2008, había sido acusada de toda clase de violaciones éticas. Sabemos ya que todas y cada una de las veinte acusaciones contra Palin fueron infundadas y finalmente desestimadas por los jueces. Para defender a su gobernadora, y como manda la Ley, el estado de Alaska tuvo que gastar –contra la voluntad de Palin– más de dos millones de dólares en abogados. La propia Palin, a nivel personal, puso de su propio bolsillo en torno a medio millón de dólares para poder pagar los gastos legales personales de su defensa. Palin tuvo que aguantar, además, chistes contra su persona, contra su bebé con síndrome de Down, Trigg, y aun mofas sexuales contra ella, contra su hija de catorce años, además de insultos, falacias y calumnias de todo tipo.

De casi todas estas lamentables migajas sensacionalistas y mediáticas ha vivido buena parte de la prensa y los medios norteamericanos, así como también muchos medios en España que han seguido perpetuando mayoritariamente esa visión deformada y falaz de una Palin ignorante, débil, inexperta, incapaz y mediocre. Afortunadamente, la realidad es bien distinta y pese al premeditado eclipse mediático y el intento de enterrar políticamente a Palin, esta mujer sigue ahí entera y dispuesta a dar la batalla. La de la verdad y la de las ideas a favor de la libertad. Pese a los pseudo-intelectuales y los analistas políticos marisabidillos que auguran para Palin un fracaso, hay ya muchos detalles que apuntan hacia un brillante futuro para Palin en la escena política norteamericana y, particularmente en la base conservadora. El primero de ellos, y acaso el más significativo, es lo que revela el hecho mismo de que los medios de la progresía norteamericana han querido acabar con ella a toda costa y destrozar su persona, su familia y su carrera. Este particular no se observa tan agudamente con otros políticos del Partido Republicano, lo que da mucho que pensar sobre el gran temor que la izquierda norteamericana y el Partido Demócrata le tienen a Sarah Palin.

Como Palin sabe por dónde se mueven las aguas, su discurso final de traspaso de poderes este 26 de julio en Alaska resulta harto significativo. Frente a la mayoría de acomplejados que hoy pululan por el Comité Nacional Republicano y también entre varios representantes y senadores del mismo GOP, Palin no se anda con chiquitas. En dicho discurso, además de exigir a los medios de comunicación la responsabilidad de informar con veracidad y rigor, Palin insistió en la importancia de la libertad individual frente al Gran Gobierno, así como en su oposición a la dependencia de los ciudadanos respecto al poder de Washington. Como Reagan ya hiciera, Palin negó que el gobierno sea la solución de nada y que ésta se halla en el honesto trabajo diario y en la sabiduría de la gente y de las familias, de los pequeños negocios y también en la ayuda de Dios. Así, sin complejos.

A día de hoy no hay nadie que sea capaz de decir estas cosas con tanta claridad y enmarcadas en la mejor tradición del excepcionalismo estadounidense. Para los que siguen creyendo que Palin fue una estrella fugaz en las últimas elecciones o que es una política falta de preparación, bien valdría que la siguieran de cerca. Porque Palin ha hecho frente abiertamente y mejor que nadie a las erradas políticas de Obama. Porque Palin tiene capacidad de atraer a la ciudadanía y es capaz de recaudar grandes cantidades de dinero de miles y miles de pequeños donantes. Porque es, que sepamos, la única política norteamericana capaz de generar tanto interés entre el ciudadano medio, como prueba la existencia de decenas de blogs específicos dedicados a ella en inglés y hasta otros incluso en español, como prueban los bien documentados Sarah Palin en español  y Conservador en Alaska, ambos salidos de iniciativas particulares.

Sarah Palin, en fin, se perfila como la persona capaz de liderar en el ruedo político el movimiento conservador norteamericano y la única que parece saber unir fuerzas sin ambages con la ciudadanía y con populares comentaristas conservadores. Ella es quien, como ya hizo en Alaska, puede liderar el rebrote del Partido Republicano echando de ahí a las tibias marionetas del falso centrismo moderado. Quizá por eso, los esqueletos del Partido Republicano, los Colin Powell y compañía, los que nunca han ganado una elección... la miran con desdén. Palin tiene que seguir informándose, aprendiendo de la gran tradición conservadora y de la escena política nacional e internacional. Debería desechar la idea de crear un tercer partido y lanzarse a la carrera presidencial cuando ella crea que es el mejor momento y liderando el GOP. No la pierdan de vista.

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