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Guillermo Dupuy

ETA y los franceses

Ahora son muchos los que dicen "no al diálogo con ETA". Ahora. Veremos qué dicen y cómo lo maquillan cuando llegue una nueva tregua. Ya los estoy oyendo y recordando.

Se preguntaba el director de El Mundo el pasado domingo "por qué durante 50 años de siniestra existencia ETA no ha practicado nunca el terrorismo en Francia cuando el sentimiento de la propia identidad ha estado siempre tan arraigado al menos del otro lado de los Pirineos como de éste y cuando sus reivindicaciones soberanistas siempre han incluido en pie de igualdad a los siete territorios".

Estoy seguro de que Pedro J. Ramírez no nos exigirá a ninguno de sus siempre interesados lectores tener que reivindicar a los jacobinos, el terror de la Revolución francesa en general y menos aun el genocidio de la Vendée en particular, para darle la razón al señalar que el motivo decisivo "está en la muy dispar percepción que la banda tiene de la fortaleza de ambos Estados".

Y es que para darse cuenta de que "los terroristas saben que, hagan lo que hagan, en Francia nunca lograrán sino acrecentar su propia ruina y en cambio creen que antes o después España terminará claudicando y desintegrándose", no hace falta retrotraerse a unos de los capítulos más bochornosos de la historia de Francia.

Lejos de haber sido una "forma de asentar el Estado liberal" o de "enfrentarse a los desafíos del tradicionalismo reaccionario y centrífugo, alentado por curas trabucaires", la Revolución en general y la Vendée en particular fueron un experimento del moderno totalitarismo que retrasó sobremanera el advenimiento en Francia de un autentico régimen de libertades similar al que mucho antes y, con mucha menos sangre y fuego, se instauró en Inglaterra.

Para describir y corregir esa desigual percepción que ciertamente tiene ETA de ambos Estados creo que sería más útil –y perdón por la autocita– lo que modestamente señalaba en otro articulo de hace unos meses: "Esperemos que el Gobierno de España haga, por primera vez en su historia, el mismo caso omiso a los anuncios de tregua de ETA que los que les ha hecho siempre el Gobierno francés. Sólo de eso depende que ETA abandone toda esperanza: de comprobar que a la negociación que trata de imponernos, tanto cuando mata como cuando nos anuncia treguas, sólo le responde la voluntad, imperturbable y permanente, de luchar contra el terrorismo bajo un imperio de la ley que no admite intermitencias".

Y es que si los terroristas tienen una percepción muy distinta de nuestra fortaleza como Estado es porque los españoles se la hemos dado. Aquí hemos financiado con dinero público a los proetarras hasta hace dos días. Aquí se ha buscado el consenso antiterrorista con formaciones nacionalistas que exigen un "final dialogado de la violencia" al que ningún Gobierno francés accedería. Aquí hemos llamado "procesos de paz" a saltarse el Estado de Derecho para "dialogar" con terroristas prófugos. Aquí hemos ofrecido impunidad. Aquí los gobiernos y los medios de comunicación han hecho trampas ocultando o tergiversando el carácter chantajista de todas las treguas que ETA ha dirigido tanto al Gobierno español como francés. Ahora son muchos los que dicen "no al diálogo con ETA". Ahora. Veremos qué dicen y cómo lo maquillan cuando llegue una nueva tregua. Ya los estoy oyendo –y recordando–: "Sí se puede dialogar o negociar ahora con ETA sobre cómo hacer operativo su definitivo adiós a las armas. El Gobierno tiene toda la legitimidad para actuar así siempre que se respeten los límites legales y políticos que un Estado no debe traspasar".

Lo que es seguro es que cosas como estas no lo leerán en la prensa francesa.

En España

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