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Thomas Sowell

¿Igualdad racial o venganza?

Si resulta que es correcto discriminar hoy a individuos que no le han causado ningún daño, entonces ¿por qué estuvo mal discriminarle a usted en el pasado?

En los tiempos en los que yo mismo era objeto de discriminación racial, para mí no se trataba de una mera desgracia personal, ni siquiera una desgracia de mi raza, sino de un ultraje moral. Pero no todo el mundo que atraviesa una experiencia así lo ve de esa manera. Por eso no tienen ningún problema cuando llega el momento de someter a los demás a un trato similar años después. Lo entienden como una suerte de retribución.

Uno de los muchos problemas de este enfoque es que buena parte de las personas que más merecerían un castigo ya no están vivas. Es posible cobrarse una venganza simbólica contra gente que se le parece, pero eso elimina de la ecuación todo elemento moral. Si resulta que es correcto discriminar hoy a individuos que no le han causado ningún daño, entonces ¿por qué estuvo mal discriminarle a usted en el pasado?

No son estas sólo cuestiones abstractas. Son asuntos serios y reales que hay que tener en cuenta, en especial al evaluar a alguien para estudiar si es apta para ocupar un puesto vitalicio en el Tribunal Supremo de los Estados Unidos.

A algunos candidatos o ocupar un puesto en un tribunal federal se les han adjudicado prejuicios raciales a pesar de haber pasado años apoyando incondicionalmente los derechos civiles, siendo notables ejemplos los jueces Robert Bork y Charles Pickering. Pero la actual candidata al Supremo es la primera en décadas en introducir explícitamente en sus propias palabras las diferencias raciales, añadiendo además que su propia herencia étnica o racial la hace estar mejor cualificada.

Los intentos de reducir los comentarios de la juez Sonia Sotomayor como algo aislado –un patinazo "sacado de contexto"– han quedado ya desacreditados a la vista de la información adicional que demuestra que ha expresado repetidamente las mismas ideas, prácticamente de la misma forma, en otras ocasiones y en otros contextos.

Por otra parte, sus obras –que incluyen años participando en políticas de "identidad"– son perfectamente consistentes con sus palabras. También su voto en la jurisdicción neoyorquina del tribunal de apelaciones desestimando sin siquiera examinarla la apelación de unos bomberos blancos que no fueron ascendidos habiendo superado las oposiciones exigidas porque dichas oposiciones no fueron aprobadas por suficientes bomberos de minorías étnicas como para que la plantilla resultara “racialmente diversa”. El Tribunal Supremo de los Estados Unidos sí aceptó examinar el caso, en cambio, y eventualmente dio la razón a los bomberos.

La imagen cálida y amable que dio Sonia Sotomayor en televisión durante la presentación del presidente Obama contrasta acusadamente con lo que han dicho los letrados que han comparecido ante ella. Una encuesta realizada entre ellos la deja en peor situación que los demás magistrados en el trato que dispensa a quienes comparecen en su sala. Una grabación del comportamiento altivo de la juez Sotomayor en el tribunal respalda la imagen que dan los abogados. También es consistente con alguien que busca una retribución.

La decisión de confirmar un candidato al Supremo no equivalante a la de decidir si alguien es inocente o culpable de un delito. Está bien que en los casos criminales la carga de la prueba recaiga sobre quienes acusan y que los cargos deban ser demostrados "más allá de la duda razonable”. Pero la juez Sotomayor no está acusada de ningún delito. De manera que no hay razón alguna para emplear el estándar de "duda razonable" de la jurisdicción penal o el de la "preponderancia de las pruebas" de la civil para determinar si es la persona adecuada para ocupar un puesto vitalicio en la instancia judicial más elevada del país.

Son los derechos fundamentales de cientos de millones de estadounidenses –presentes y futuros– los que están en juego cuando se eleva a un candidato al Supremo. Es el pueblo estadounidense en conjunto el que tiene derecho al beneficio de la duda.

Uno de esos derechos fundamentales fue violado hace apenas cuatro años, cuando un veredicto del Supremo dio a los políticos locales el derecho a expropiarle su casa o negocio y entregar la propiedad a la entidad privada que prefieran. La decisión se tomó por 5 votos contra 4. Un solo voto en el Supremo puede marcar una gran diferencia.

Se nos ha hablado constantemente de la biografía de Sonia Sotomayor y su simbolismo como mujer hispana. ¿Es eso suficiente como para arriesgar los derechos fundamentales de millones de estadounidenses?

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