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Manuel Hinds

Causas, efectos y pura suerte

La reforma se enfocó a tratar de cobrar más impuestos a través de un mayor número de trámites burocráticos en los procesos tributarios, retrasando las actividades económicas del país y disminuyendo nuestra competitividad.

El famoso autor Nassim Nicholas Taleb escribió un libro llamado Burlado por la suerte (Fooled by Randomness) sobre los errores que se pueden cometer cuando la gente se engaña creyendo que hay causas y efectos que son puras casualidades.

Por ejemplo, en este momento el gobierno está considerando hacer reformas para aumentar los ingresos tributarios como porcentaje del PIB. Un referente importante en esas discusiones es la reforma fiscal de 2004-2005, que fue sucedida por incrementos importantes en la recaudación. El hecho de que la reforma fiscal se hiciera en 2004-2005 y que subsecuentemente subieran los ingresos tributarios como porcentaje del PIB es para muchos prueba incontrovertible de que la reforma tributaria fue exitosa y de que hay que tomar medidas similares para aumentar más aún los ingresos.

El problema es que todo indica que el aumento en los ingresos tributarios no se debió a la reforma sino a cambios en los mercados internacionales asociados con los aumentos en la factura petrolera del país.

Hay tres razones principales que apuntan en esta dirección. Primero, vea la siguiente gráfica: muestra cómo los cambios en la factura petrolera explican casi perfectamente los cambios en los ingresos tributarios por mes desde 1999 a 2009. Al subir las importaciones de petróleo, suben los ingresos tributarios.

Es decir, los ingresos tributarios subieron debido a factores asociados al incremento en la factura petrolera, no la reforma de 2004-05, cuyo efecto ni se percibe en la gráfica.

¿Por qué motivo las importaciones de petróleo están tan relacionados con los ingresos tributarios? Hay una relación directa y una indirecta. Directamente, la relación es que los precios crecientes del petróleo hicieron que sus importaciones pagaran más impuestos de importación y más IVA.

La relación indirecta es que tanto las importaciones de petróleo como los ingresos tributarios dependen de incrementos en la actividad económica que permitía al país pagar facturas petroleras y fiscales cada vez más altas.

Esto se dio por el boom internacional que acompañó a los precios altos del petróleo. Si la reforma hubiera causado un incremento fuerte en la recaudación independientemente de esos efectos, que ya venían de antes, se vería un salto en la curva.

Y no se ve. Los ingresos siguen comportándose igual con relación a los precios del petróleo en los estratos de recaudación más altos (que son los más recientes) que en los de hace diez años, mucho antes de la reforma.

Segundo, los ingresos tributarios subieron en toda Latinoamérica por las mismas razones. La recaudación subió del 12,5% al 14,6% del PIB de 2003 a 2007 en el promedio de Latinoamérica mientras que en El Salvador subía de 11,5% al 13,4%. En realidad subió más sin reforma en el promedio latinoamericano (2,3% del PIB) que en El Salvador con reforma (1,8%).

Tercero, el fenómeno se ha revertido en los últimos meses a pesar de que la reforma tributaria no se ha abolido.

Por ejemplo, la recaudación del IVA ha caído en un 20% (enero a junio en comparación con 2008) mientras que el PIB sólo ha caído alrededor del 1,5%. Esto ha pasado porque los factores que habían causado el incremento (el boom, no la reforma) se han revertido. Lo mismo está pasando en toda Latinoamérica.

¿Por qué es importante esto? Porque la reforma se enfocó a tratar de cobrar más impuestos a través de un mayor número de trámites burocráticos en los procesos tributarios, retrasando las actividades económicas del país y disminuyendo nuestra competitividad.

La reforma no llevó a mayores ingresos fiscales, sino a lo que Nassim Taleb llama una "burla de la suerte": un aumento causado por otras razones que coincidieron por azar con la reforma. Como resultado de aumentar los trámites en esta y otras dimensiones de la política, nuestro país cayó 26 puestos en el ranking mundial de competitividad en los últimos cinco años.

El país debe apartarse de este camino, especialmente en este momento en el que la competitividad es esencial para recuperar el crecimiento.

La mejoría de la recaudación no está en complicar el sistema tributario. Está en simplificarlo, haciéndolo más fácil de cumplir y supervisar sin perder competitividad. Es hacia allí hacia donde debe orientarse la reforma tributaria que el gobierno está diseñando.

© Cato Institute

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