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EDITORIAL

El insoportable esfuerzo fiscal de los españoles

La renovada voracidad del Estado es la mejor prueba de que Zapatero bien puede estar improvisando sus políticas concretas, pero sus objetivos últimos los tiene muy claros: perpetuarse en el poder a costa de arruinar a la mayoría de los españoles.

Poco a poco Zapatero va desgranando los términos de su próxima subida de impuestos, si bien probablemente al final terminará –como siempre– haciendo lo que quiera con absoluta independencia de sus palabras previas. En todo caso, después de descubrir que van a subirse impuestos, que se gravará a las rentas del capital y no a las del trabajo y que será "limitada y temporal", ayer nos la cifró en un incremento del 1,5% de la presión fiscal. En euros contantes y sonantes esto vendrían a ser unos 16.000 millones o alrededor de 1.000 por familia y año.

No cabe duda de que en relación al déficit público, este incremento de los impuestos es, como preconizaba Zapatero, más bien "limitado". Frente a los 120.000 millones de euros que habremos gastado por encima de nuestros ingresos a finales de año, 16.000 millones apenas reducen esa brecha en un 13%. Otra cosa es lo que esa subida represente en términos absolutos para los españoles. Aumentar en 1.000 euros sus deudas frente a la Administración para sufragar los saraos de Zapatero sin duda esquilmará sus arcas, degradará su situación financiera y, con ella, la del conjunto de la economía.

Y es que precisamente aquí yace uno de los engaños que más extensamente propagan los socialistas para justificar este incremento de la tributación. Casi cada día podemos escuchar que la presión fiscal de España se encuentra por debajo de la media de los principales países europeos y que, por consiguiente, este aumento de la rapiña estatal nos acerca al "corazón de Europa".

El problema es que la presión fiscal constituye un indicador engañoso del gravamen que efectivamente soportan los ciudadanos. Mucho más adecuado es emplear el indicador de "esfuerzo fiscal" que mide la presión fiscal en función de la renta per cápita de cada país. Por ponerlo de manera sencilla: no es lo mismo que los suecos tengan una presión fiscal del 50% que que la tengan los españoles o que la tengan los rumanos. Si a una familia que gana 80.000 euros anuales le arrebatamos el 50% de sus ingresos, seguirá disfrutando de 40.000 euros, lo que le permitirá vivir de manera más o menos holgada; pero si a una familia que obtiene unas rentas de 2.000 euros le quitamos el 50%, probablemente se verá forzada a renunciar a bienes y servicios esenciales que empeorán de forma mucho más notable su nivel de vida.

Pues bien, en términos de esfuerzo fiscal España ya se encuentra en la media de los principales países europeos, de modo que este incremento de los impuestos, en tiempos de crisis y penuria, incidirá de manera muy negativa sobre la vida de los ciudadanos. Claro que si Zapatero finalmente se decidiera a subir lo suficiente los impuestos como para erradicar el déficit, las familias españolas deberían pagar cada año en impuestos, no 1.000 euros, sino 7.500 adicionales.

La magnitud de las cifras ilustra claramente que el fortísimo desequilibrio que presenta el erario público como consecuencia de la política subprime del PSOE no puede pasar por aumentar los impuestos, sino por reducir de manera muy drástica y enérgica el gasto público.

Rajoy no debería pasar por el aro y rendirse al pacto que le ha ofrecido el presidente del Gobierno. No es momento de que el PP se aparte de aquellos sensatos principios que Aznar resumía tan bien al decir que "cuando los gobiernos son austeros, las sociedades son prósperas".

Hoy la bota del Estado se siente como pocas veces en España. Su renovada voracidad mientras los españoles se quedan en el paro y ven reducidos sus ingresos es la mejor prueba de que Zapatero bien puede estar improvisando cada política económica concreta, si bien su objetivo último lo tiene muy claro: incrementar y perpetuarse en el poder a costa de arruinar a la mayoría de los españoles y convertirlos en súbditos-dependientes del Estado.

Por desgracia, las diferencias entre Gobierno y oposición sólo se observan en la escenificación de unas discrepancias cada vez menores. Las políticas socialistas de todos los partidos –pero particularmente del Ejecutivo que padecemos los españoles– sólo nos están arrastrando a todos hacia la pobreza y el estancamiento. Más deuda, más gastos y ahora más impuestos. Todo para nada salvo para pagarle la precampaña a ZP.

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