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Gabriel Calzada

Una de cal y otra de arena

A los políticos les gusta subir los impuestos, punto. Un político decidido a bajar los impuestos para devolver poder de decisión y libertad a los ciudadanos es una rara ave en medio de un estercolero.

Manuel Chaves ha concedido una entrevista a El País en la que reconoce que, como todo el mundo sabe fuera de la corte de aduladores que rodea al Gobierno, "subir impuestos también es de izquierdas". A lo largo de sus respuestas al periodista, el político socialista también revela que sigue sin tener ni la menor idea de cómo hemos llegado a tener el modelo económico que tenemos ni por qué estamos sufriendo esta crisis.

Lo primero es más cierto de lo que parece a simple vista. Los políticos de izquierda se sienten muy a gusto con las subidas de impuestos. Yo casi diría que es casi consustancial a ser de izquierdas. Después de todo, les define el intento de igualar a los individuos por medio de la redistribución y qué mejor forma de hacerlo que subiendo los impuestos. Claro que si fuera necesario, lo de bajar los impuestos también podría ser de izquierdas. Entre otros motivos porque las bajadas de impuestos pueden ayudar a ganar elecciones con lo que de vez en cuando, aunque no sea lo que a un político de izquierdas le pide el cuerpo, bajar los impuestos puede resultar aceptable.

Pero es que el "también" de Chaves podría estar refiriéndose a que subir los impuestos conjuga con ser de izquierdas y también con ser de derechas. Si eso es lo que quiso decir, puede que no le falte razón. A los políticos les gusta subir los impuestos, punto. Un político decidido a bajar los impuestos para devolver poder de decisión y libertad a los ciudadanos es una rara ave en medio de un estercolero, una especie en verdadero peligro de extinción. Aunque por fortuna todavía quedan algunos.

Por otro lado, Chaves asegura que el modelo de crecimiento basado en el ladrillo "es consecuencia del sistema de mercado". En el fondo de este argumento subyace la idea de que por más que el Gobierno socialista ha tratado de trasformar el modelo desde que llegara al poder hace más de cinco años, el libre mercado ha logrado imponer sus malévolas reglas. Desde luego, lo contrario está mucho más cercano a la verdad que lo que asevera este dinosaurio de la política. El urbanismo es junto a la agricultura y al sector financiero, la parte de la economía en la que menos pinta el mercado. Desde la ley del suelo hasta los planes generales de urbanismo, el ladrillo está dirigido con un poderoso mando a distancia desde el Palacio de la Moncloa y los diferentes palacetes regionales. El estímulo financiero del modelo del ladrillo se consiguió gracias a la expansión artificial del crédito llevado a cabo a golpe de bajadas de tipos de interés que el mercado no ofrecía y que políticos con el perfil de Chaves impusieron. Para colmo, todo ese crédito político al sector del ladrillo se materializó principalmente gracias a la labor de las cajas de ahorro, unas opacas instituciones financieras que actúan al margen del mercado y son dirigidas por marionetas de los mandamases de turno en cada comunidad autónoma.

En fin, se ve que tanto tiempo manejando a su antojo las cajas de Andalucía y aprobando planes territoriales de urbanismo no le han servido a este señor para entender lo más mínimo sobre este sector. Al menos acierta en lo de los impuestos. Una de cal y otra de arena para construir el socialismo español del siglo XXI.

En Libre Mercado

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