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Álvaro Vermoet Hidalgo

El intervencionismo de Aguirre y otras injurias

Aguirre ha superado los resultados electorales del anterior periodo. Y todo ello ahorrando: ha bajado todos los impuestos (tramo autonómico del IRPF, sucesiones y donaciones...) mientras que Gallardón los ha subido y además por duplicado.

Durante la primera legislatura de Zapatero, el Gobierno y todos los poderes fácticos, especialmente PRISA y los nacionalistas, se empeñaron en estigmatizar a Ángel Acebes y Eduardo Zaplana, dos ex ministros de Aznar que fueron quienes durante aquellos cuatro años hicieron oposición en asuntos como la negociación con ETA y el Estatuto de Cataluña. Acebes y Zaplana ni eran anticatalanes ni eran fundamentalistas religiosos, pero daba igual porque el único motivo para atacarles era que se trataba de los dos pesos pesados que defendían las posiciones y los valores del PP. En el caso de Zaplana, la SER y otros medios insinuaron en numerosísimas ocasiones que era un político corrupto; pues bien, es de los pocos en el PP valenciano que no ha sido nunca imputado por nada. Perdidas las elecciones, el propio Rajoy pareció dar por bueno este estigma contra Acebes y Zaplana cuando, precisamente para romper con esa imagen, anunció que se presentaría al congreso del PP con su "propio equipo".

Algo parecido vienen sufriendo últimamente Ignacio González y Francisco Granados. Han gestionado bien sus responsabilidades, no han sido responsables de ningún desastre y por mucho que le pese a El País y a Público jamás han sido investigados o imputados por delito o falta alguna. Y, sin embargo, la izquierda mediática y los enemigos de Aguirre en el PP han reutilizado la estrategia de desgaste y estigmatización que ya emprendieron con Acebes y Zaplana, porque atacando a González y a Granados lo que quieren es acabar con Esperanza Aguirre. El entorno político y mediático de Gallardón, es decir, Manuel Cobo con la entrevista en El País, Germán Yanke y Pablo Sebastián (quien cada quince días pide a Rajoy una gestora para el PP de Madrid), lleva meses siguiendo esta estrategia. Una campaña que llega al ridículo en el caso de El País, pues el mismo medio de comunicación que publicó un vídeo que demostraba el espionaje político a Ignacio González, ignora por completo dicha revelación y se centra en unas supuestas contradictorias notas a mano de unos supuestos funcionarios que no han logrado probar ningún seguimiento ilegal a nadie.

En este contexto, estudiemos ahora las declaraciones de Cobo en El País, cargadas de violencia esta vez directamente contra Esperanza Aguirre y contra su propio partido en Madrid. Empezando por lo más grotesco, la acusación que hace contra la Comunidad de Madrid de haber montado una gestapillo (comparando al Gobierno de Aguirre con la policía secreta de Adolf Hitler) para chantajearle ("hacerme dependiente de ellos") debería conllevar, de inmediato, una querella por injurias, al margen de lo que el Comité de Derechos y Garantías del PP decida sobre su militancia a raíz de haber llamado "hipócrita", "sinvergüenza" y "sin escrúpulos" a la presidenta regional del PP en Madrid.

Pero yendo a la cuestión de fondo, acusa Cobo a Aguirre de "intervencionismo", dice que se presenta una y otra vez como una liberal y que jamás ha visto a un Gobierno así de intervencionista, citando como ejemplos Telemadrid, la Cámara de Comercio, IFEMA y, ahora, Caja Madrid. Rebatamos la falacia. Liberal es el Gobierno que respeta y aumenta la libertad política y económica de sus ciudadanos y gestiona transparente y eficientemente los recursos públicos. Pues bien, Telemadrid, la Cámara, IFEMA y Caja Madrid son entidades que o pertenecen a la Comunidad de Madrid o son tituladas o financiadas por la Comunidad de Madrid. Luego si el Gobierno regional no "interviniera", es decir, se desentendiera pero siguiera financiando o siendo titular de estas entidades, estaría instalando un corporativismo propio del Antiguo Régimen, pues habría entidades que siendo de, o siendo financiadas por, los contribuyentes madrileños, estarían fuera de todo control por parte de los contribuyentes.

Esperanza Aguirre ha manifestado en más de una ocasión su disposición a privatizar algunas de estas entidades, como va a hacer con el Canal, pero como bien sabe Cobo no tiene competencias para hacer lo propio con otras, como Telemadrid. Pues bien, ante la obligación de tener todas estas corporaciones que dependen de la Comunidad de Madrid, Aguirre podría hacer dos cosas, ignorar la tele, la Cámara, la caja, etc., y dejarla en poder de quienes venían mandando (por ejemplo, los sindicatos CCOO y UGT en Telemadrid), eximiéndolas de todo control por parte del contribuyente, o tratar de gestionarlas con transparencia y eficacia. Eso es lo que hace, o intenta hacer, el Gobierno de Aguirre, con las dificultades que se encuentra dado el entramado de poder que heredó, como en el caso de los sindicatos en Telemadrid.

Aclarada la falacia del intervencionismo (que, por cierto, no explica Cobo por qué lo es menos si es Génova quien "interviene"), podemos analizar en serio quién es liberal y quién no por los hechos, como gusta Cobo. El Gobierno de Aguirre ha gestionado más eficazmente (hospitales, centros de salud, colegios públicos bilingües, kilómetros de metro...) que el anterior, y ello pese a la asfixia presupuestaria de Zapatero y el acoso de algunos dirigentes de su partido. En consecuencia, el PP de Aguirre ha superado los resultados electorales del anterior periodo. Y todo ello ahorrando: Aguirre ha bajado todos los impuestos (tramo autonómico del IRPF, sucesiones y donaciones, etc.) mientras que Gallardón los ha subido y los sigue subiendo y además por duplicado, como en el caso de la tasa de basura, siendo aún más grave el gigantesco endeudamiento de la ciudad, pues son los impuestos de mañana. Además, Aguirre, oponiéndose al nuevo sistema de financiación de las Comunidades Autónomas, ha defendido la igualdad jurídica de los ciudadanos, pese a presidir la región más rica de España. Todo ello a la vez que ha defendido prácticamente en solitario los derechos de los homosexuales y la regularización de la prostitución, mientras el centrismo callaba sobre estos asuntos.

Probablemente Rodrigo Rato, Ignacio González y Manuel Pizarro serían excelentes presidentes de Caja Madrid. Ahora, la prioridad política en este momento es que Aguirre siga defendiendo dentro del PP, contra viento y marea, los principios liberales, que defienda el honor de su Gobierno frente a las injurias de Cobo yEl Paísy, sobre todo, que reafirme su liderazgo en la Comunidad de Madrid, con todo lo que ello implica respecto a Caja Madrid, según el mandato que le hemos dado reiteradamente los votantes del PP en Madrid.

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