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Amando de Miguel

La complicación de la homofonía

Si uno quiere organizar una buena mesa redonda, absténgase de invitar a ella a los egocéntricos, los egotistas, los egoístas, los ególatras y los ergotistas.

Me refiero muchas veces a la polisemia, esto es, a que muchas palabras cuentan con significados distintos, y eso da una gracia especial al idioma. Pero está también su complemento, el de la homofonía. Son dos o más palabras que suenan lo mismo, pero que significan cosas distintas; por ejemplo, "revelar" (= decir un secreto) y "rebelar" (= oponer resistencia). Todavía más interesante es la homofonía parcial, por la que dos o más palabras suenan casi parecido y significan cosas distintas pero puede que emparentadas. Vamos con una ilustración divertida.

Tomemos la palabra "egocentrismo". Equivale a una percepción distorsionada del mundo en la que destaca mucho el centro, que es uno mismo. El egocentrismo es lo contrario de la objetividad; es un rasgo humanísimo, corriente.

No confundamos el egocentrismo con el "egotismo". El egotismo es el sentimiento que exagera la personalidad del sujeto con una actitud de soberbia. Lo contrario sería la humildad.

Tenemos también el "egoísmo", que es una exagerada defensa del interés propio con menoscabo del interés de las personas cercanas. Lo contrario del egoísmo es la generosidad. El egoísmo es una tacha moral, una de las más abyectas.

No hemos terminado, pues un grado máximo de egoísmo es la "egolatría", el ensalzamiento de uno mismo hasta un extremo patológico. Lo contrario es la modestia. El ególatra suele hacer el ridículo; es un mal actor.

Hasta ahora, la homofonía lo es de las cuatro palabras vistas que empiezan con "ego" (= yo). Pero no es lo mismo que termine en ser una percepción (egocentrismo), un sentimiento (egotismo), una tacha moral (egoísmo) o una patología (egolatría).

Cabe todavía una aparente cercanía entre "ego" (= yo) y "ergo" (= por tanto). Esas dos voces latinas no están emparentadas; solo se parecen en el sonido. Ahí estaría el "ergotismo", es decir, el abuso de razonamientos y silogismos que lleva a racionalizarlo todo. Lo contrario sería la sencillez. El ergotista es un rebuscado, es el terror de las discusiones, tertulias y debates. Si uno quiere organizar una buena mesa redonda, absténgase de invitar a ella a los egocéntricos, los egotistas, los egoístas, los ególatras y los ergotistas. Aunque es inútil, todos los participantes tendrán algo de todo eso. Entre otras razones, porque las personas que resaltan su "ego" suelen ser creadoras; por ejemplo, los artistas o los líderes.

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