En pastún, el idioma de los talibán, politiqueo se dice Obama.
Octubre ha sido el mes con mayor número de bajas americanas en Afganistán, 55, desde 2001. Obama dijo al saberlo que "no precipitará la solemne decisión de enviaros (a los soldados) al frente". No hace falta que lo jure.
En marzo de 2009, el ya presidente anunció su estrategia global para Afganistán y Pakistán. Dispuso el objetivo de "desconectar, desmantelar y derrotar a Al Qaeda en Pakistán y Afganistán".
En mayo, el secretario de Defensa Gates nombraba a McChrystal jefe de las tropas, porque "tenemos una nueva estrategia, una nueva misión y un nuevo embajador, y creo que se necesita también un nuevo liderazgo militar". El nombramiento estaba vinculado a una estrategia de contrainsurgencia –lucha contra el conjunto de elementos de guerrilla que se forman en Afganistán, como antes en Irak– una vez advertido que la exclusividad del contraterrorismo –liquidación de terroristas–, especialidad de McChrystal en Irak, fue insuficiente para garantizar la democratización y pacificación.
A finales de agosto de 2009, el general presenta, cumpliendo órdenes, su propuesta, que requiere entre 80.000 y 40.000 soldados más. Estamos a finales de octubre. Tic, tac, tic, tac. Vosotros tenéis los relojes, nosotros el tiempo, que dicen.
Entretanto hemos sufrido varias fases de propaganda contra la propuesta. Primero no se podía incrementar el número de soldados sin nueva estrategia. Algún incauto podía haber pensado que la titulada precisamente Nueva estrategia para Afganistán y Pakistán diseñada en marzo, estudiada, y ejecutada por McChrystal, nombrado por Obama, era eso que decía. Pero no. ¿Puede llamarse a esto mentir, o se reserva a los presidentes republicanos?
Luego resultó que no se podía llevar a cabo porque hacía falta un gobierno electo correctamente en Kabul. Días más tarde se accedió a la posición Kerry-ONU de que Karzai se sometiera a una segunda vuelta. Su contendiente, Abdullah, dijo que era favorable a un aumento de la presencia americana.
Por fin, el jefe de Gabinete de Obama declaró que antes de enviar más tropas "hay un cierto número de cuestiones que han de preguntarse y que nunca han sido preguntadas. Está claro que tras ocho años de guerra, estamos empezando desde el principio, y esas preguntas nunca se hicieron". Al tiempo, el propio Obama salía en varios eventos para recaudar fondos diciendo que no le importa limpiar la porquería que otros han dejado, siempre que "al menos se callen y no le digan cómo sujetar la fregona".
Momento en que se sabe, por declaraciones de cargos de la administración Bush y miembros del equipo de transición, que la estrategia de marzo es sustancialmente la que contiene las preguntas que Bush hizo en su momento y que Obama hace ahora suyas, lo que no desmiente la Casa Blanca.
Desde septiembre se ha incrementado la violencia en Pakistán, ha habido dos atentados monstruosos en Irak, y se asiste a la burla constante de los iraníes. Esto es lo que el historiador militar Eliot Cohen fue el primero en llamar la IV Guerra Mundial, que el fanatismo musulmán le ha declarado a Occidente. Hemos decidido ganarla disimulando a las opiniones públicas que siquiera exista un enfrentamiento.
Pero es evidente que la falta de reconocimiento de lo que sucede está impidiendo la toma de decisiones correctas, y está fomentando los ataques a Occidente, y a los que tienen el valor, cada vez más inconsciente, de aliarse con nosotros en tierra del islam.
El caso es políticamente sencillo, el presidente se ha tendido su propia trampa al hablar de la guerra buena, Afganistán, frente a la mala, Irak. Todo por insistir en la falaz interpretación de que no tenían nada que ver. Los europeos y la OTAN están esperando la mínima excusa para salir corriendo. Es la hora de demostrar auténtico liderazgo y superioridad de los intereses nacionales, y de Occidente, por encima del politiqueo.