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Emilio J. González

Los impuestos de ZP

La negativa de los socialistas a que se debata en el Congreso de los Diputados la tan controvertida subida del IVA se debe al deseo de ZP de gastar y gastar sin que nada ni nadie le ponga trabas ni impedimentos.

La política fiscal de este Gobierno es digna de figurar en la antología del surrealismo porque todo son subidas de impuestos sin saber en realidad para qué y sin permitir que el Congreso de los Diputados entre a debatir el incremento del IVA para que no se lo eche por tierra a Zapatero. En cualquier democracia avanzada, lo que acaban de hacer los socialistas, vetando las enmiendas de la oposición a dicho aumento, sería un escándalo de dimensiones mayúsculas pero aquí, por lo visto, todo vale con tal de que ZP se salga con la suya y no sufra una derrota parlamentaria que podría acarrearle muchos problemas que, por lo visto, es lo único que le importa al inquilino de la Moncloa.

Zapatero trata de aguantar en el poder como sea y no duda ni en manipular los datos económicos, ni en tratar de engañar una y otra vez a la sociedad con eso de que la recuperación económica y del empleo están a la vuelta de la esquina, pensando que, tarde o temprano, la crisis terminará y entonces el PSOE volverá a ser el favorito en las encuestas para ganar las próximas elecciones generales. En su demencial carrera hacia el abismo, en la que arrastra también a la economía española, ahora no se le ha ocurrido nada mejor que violentar la razón primigenia de ser de los parlamentos, que es controlar los excesos tributarios de los gobernantes. Los parlamentos nacieron, precisamente, para poner coto a los abusos de los monarcas en materia impositiva y ahora nuestro presidente del Gobierno, ese mismo que tanto se hartó de decir en el pasado que en cuanto llegara al poder iba a revitalizar la Cortes, se niega a que éstas ejerzan las competencias de control del Ejecutivo y sus políticas que les son propias y no quiere que se discuta la polémica y antisocial subida del IVA porque probablemente podría encontrarse con que la oposición la rechazara, cosa que, por cierto, estaría bastante bien. Porque ZP se empeña en seguir metiéndonos y metiéndonos la mano en la cartera para gastarse lo que tiene y lo que no tiene, no por el bien de los españoles, ni en medidas para sacarnos de la crisis, sino en sus ocurrencias populistas para tratar de ganar votos. Y es que, todo sea dicho, parte de la negativa de los socialistas a que se debata en el Congreso de los Diputados la tan controvertida subida del IVA se debe al deseo de ZP de gastar y gastar sin que nada ni nadie le ponga trabas ni impedimentos. A él le da lo mismo que España pueda ir a la bancarrota a partir del año que viene. Él va a piñón fijo y sigue a lo suyo, cueste lo que cueste.

Pero Zapatero tampoco quiere ese debate porque si la oposición le tira por tierra la subida de impuestos debilitaría aún más su ya de por sí tocada posición política. Probablemente, ZP tiene en mente que el Gobierno de Felipe González cayó porque la oposición votó en contra del proyecto de presupuestos para 1996 y no quiere que la historia se repita, y más aún cuando parece empeñado a resistir en el poder contra viento y marea, sin hacer nada para resolver la crisis, esperando a que amaine el temporal económico y reconducir la pérdida progresiva de apoyos en las urnas que reflejan las encuestas. El problema para Zapatero es que la crisis, con toda probabilidad, va a durar más de lo que se cree y le gustaría. Por si alguien tiene alguna duda, ahí están los recientes informes de la Comisión Europea y del BBVA al respecto. En estas circunstancias, y suponiendo que las cosas no vayan a más, que pueden ir, al presidente le va a resultar más que complicado seguir aguantando el tipo hasta el final de la legislatura.

La oposición, no obstante, tiene la posibilidad de saltarse el veto zapateril en el Senado, donde, a pocos apoyos que reúna el PP, puede lograr lo que el presidente tanto teme y, entonces, obligar al Gobierno a aplicar una tijera al gasto público que por ahora se niega hasta a sacar de la funda. ZP lo sabe y por ello ha querido contentar a Esquerra Republicana de Catalunya y a Izquierda Unida con dos medidas imbuidas de pura demagogia de izquierdas: el aumento de la tributación de los futbolistas y el mantenimiento de la devolución de los 400 euros a las rentas más bajas, porque tanto ERC como IU son contrarias a subir un impuesto como el IVA que a quien más castiga es, precisamente, a las rentas más bajas. La cuestión es si ambas formaciones políticas van a morder el anzuelo o no. A poco listos que sean sus dirigentes, enseguida se percatarán de que todo eso no es más que papel mojado, porque las rentas bajas cotizan tan poco por el IRPF que no tienen derecho a la devolución de los 400 euros y porque, a poco avispados que resulten, los representantes de los jugadores de fútbol van a encontrar enseguida formas de eludir esa mayor tributación.

La última palabra, por tanto, aún no se ha dicho, y más aún cuando tanto ERC como IU saben que las posibilidades de los socialistas de mantenerse en el poder pasan por arrebatarles a ellas votos y escaños. Así es que ERC e IU se juegan mucho y, en consecuencia, puede ser que acaben por rechazar en la Cámara Alta lo que Zapatero no quiere que se debata en la Cámara Baja. Atentos a los acontecimientos.

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