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Juan Morote

Hipopótamos con paperas

Mientras piensen que el cine es una excusa para vivir sin trabajar, y un resorte más de la maquinaria de ingeniería social comandada por Moncloa, nuestros cineastas van por mal camino.

Más o menos de este porte tienen la cara nuestros autodenominados cineastas. Siempre me ha llamado la atención la actitud de aquellos que se consideran integrantes de un gremio del arte, aunque nadie les reconozca como tales. Veamos, un fulano puede decir que es escritor, pintor o escultor si, al menos, alguien visita sus exposiciones o compra sus libros. Sin embargo, ¿llamaríamos pintor a quien no ha vendido un solo cuadro en su vida? ¿Llamaríamos escritor a quien no ha visto su libro colocado jamás en el anaquel de una librería? Naturalmente no. En cambio, apodamos directores, guionistas o actores a un grupo de vividores del presupuesto, cuyo quehacer no interesa ni a sus parientes.

No satisfechos con haber monopolizado el ejercicio del arte de pedir, tratan de darle una cobertura intelectual. Así, Alex de la Iglesia afirma que el cine es un "activo estratégico para el país". Semejante cita me abruma y me sepulta en dudas. Estoy seguro de que ignora lo que es un activo, nuestros cineastas sólo representan un pasivo y bastante gravoso, por cierto. Si cuando Aznar logró crear más de tres millones de puestos de trabajo, estos chicos le dedicaron Los lunes al sol, es evidente que no sólo representan un pasivo, sino que lo son y con ganas. Cuando utiliza el término estratégico, debe de estar pensando en un elemento de importancia decisiva para el desarrollo de algo; claro, pero ese algo resulta que es "el país", todo esto motiva que mi duda aumente. ¿Estará utilizando una sinécdoque y se referirá al grupo PRISA? Es muy probable, porque entonces ya empieza a tener sentido la cosa.

Pues bien, no contentos con la sangría presupuestaria, amén de a la extorsión a las televisiones (no exentas de culpa en su mayoría), ahora se ha ido a pedirle dinero al Rey. Para facilitar su intermediación, ha decidido obsequiarle con un Goya. Esta estatuilla simboliza el reconocimiento endogámico que los titiriteros se autoconceden, a falta del aplauso que el público les niega. Ya tiene S.M. su Goya. Pero, ¿por qué un Goya y no una cacería? ¿Pensará Alex de la Iglesia que don Juan Carlos también es un titiritero, o que simplemente actúa como tal? O más bien, ¿apunta a que como también vive del presupuesto, tiene que ser uno de ellos, con ceja y todo? De ser así, la verdad sea dicha, el Rey todavía cuenta con mayor respaldo popular que los cineastas.

Estos chicos, del bolsillo lleno y las salas vacías, deberían tener un poco más de vergüenza. Tampoco les vendría mal mirarse al espejo, dejar de sangrar al contribuyente y decidirse a aprender que el cine es el arte de contar bien una buena historia. Mientras piensen que el cine es una excusa para vivir sin trabajar, y un resorte más de la maquinaria de ingeniería social comandada por Moncloa, van por mal camino. Si la gente no frecuenta las proyecciones de cine español es porque no se ve reflejada en ellas, por su baja calidad, por su anticlericalismo recurrente, por su zafiedad y porque nadie paga conscientemente para que le laven el cerebro. Los supuestos cineastas son como los sindicatos: un poder fáctico auspiciado por la izquierda y amamantado por el contribuyente a quien masacran.

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