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Emilio J. González

Las consignas de Moncloa

Lo que ahora hay que ver es hasta qué punto se va a sostener realmente la economía española cuando el país está acumulando tanta deuda que muchos sospechan que puede no ser capaz de pagar a partir de la próxima primavera.

El Gobierno empieza a entrar en una deriva ciertamente peligrosa con tal de que nos creamos que la recuperación está a la vuelta de la esquina, gracias a las medidas del Ejecutivo, y que a partir de ahora la recesión quedará atrás y volverán los buenos tiempos del crecimiento; todo, por supuesto, obra y gracia de ese magnífico líder político que nos ha caído en suerte, que no es, ni más ni menos, que el incomparable, único e inigualable José Luis Rodríguez Zapatero.

Resulta que ahora, la vicepresidenta económica, Elena Salgado, dice que el último trimestre de este año se cerrará con un crecimiento positivo cuando, veinticuatro horas antes tan sólo, había dicho que eso sucedería a partir de principios del próximo año. Huele de lejos a consigna de Moncloa de que todo va bien y todos y todas tienen que decirlo para así generar confianza. Lo malo es que, con las experiencias que ya hemos tenido con este Gobierno, sucede lo del cuento de Pedro y el lobo, que de tanto mentir ya no nos creemos nada, y menos aún si lo que nos dicen es algo así como que la recuperación ha venido y nadie sabe cómo ha sido. Y lo peor es que Zapatero se lo puede creer de verdad, dar la crisis por cerrada y encastillarse todavía más en sus posiciones contrarias a cualquiera de las reformas que necesita nuestro país, para seguir defendiendo contra viento y marea ese esperpento que se adivina va a ser la Ley de Economía Sostenible.

Zapatero, sin embargo, no está teniendo en cuenta una cosa, quizá porque sigue creyéndose que tiene ‘baraka’, y es que por mucho que él desee una cosa, la realidad sigue transitando por sus propios caminos, ajena por completo a los sueños e ilusiones del actual inquilino de La Moncloa. Por ejemplo, esa mejora en la actividad productiva es, en parte, fruto de las inmensas cantidades de dinero que ZP está derrochando para evitar una caída aún más profunda de la economía y, por tanto, una mayor destrucción de empleo. Pero eso no es más que pan, muy poco, para hoy y hambre, mucho hambre, para mañana, porque el tremendo endeudamiento en que está incurriendo para financiar sus ideas después va a estrangular todas las posibilidades reales de recuperación y creación de empleo, cosa que no sucedería si el presidente se abstuviera de intervenir o, mejor dicho, de gobernar a golpe tanto de ocurrencia como de talonario.

Por desgracia, y no contento con lo que ha hecho hasta ahora, ZP quiere ir a más lanzando una segunda edición del Plan E o considerando seriamente la aplicación del ‘contrato alemán’, un modelo que no sirve para un país como el nuestro cuyo tejido empresarial se compone en más de un 90% de pymes y que, de ponerse en marcha, nos costaría la friolera de 14.000 millones de euros que no se sabe de dónde van a salir. Bueno, sí, de lo de siempre, de lo que ya está ocurriendo: de dejar de pagar las facturas, de no invertir en infraestructuras y de deteriorar los servicios públicos básicos, como la justicia y la sanidad. Y, mientras tanto, se machaca más y más a la clase media con impuestos y más impuestos que sólo van a seguir deprimiendo el consumo, el crecimiento y el empleo. Eso sí, todo por la economía sostenible.

Lo que ahora hay que ver es hasta qué punto se va a sostener realmente la economía española cuando el país está acumulando tanta deuda que muchos sospechan que puede no ser capaz de pagar a partir de la próxima primavera. O cuando el BCE cierre el grifo a la banca española y se acabe la refinanciación de hipotecas y créditos y a los promotores y tenga que salir a la luz la verdadera realidad de la vivienda, con una nueva oleada de impagos y quiebras. O cuando la actual subida del petróleo se empiece a trasladar a los precios y vuelva a encarecer los alimentos, como sucedió entre 2005 y 2008. O cuando el paro alcance el 25% de la población activa, esto es, casi seis millones de personas, que puede suceder porque hasta la propia Salgado ha dicho que 2010 va a ser un año muy duro para el empleo. Entonces no es que la economía se vaya a sostener, es que vamos a volver de cabeza a la recesión, seguida de un largo periodo de estancamiento y altos niveles de paro, por mucho que las consignas de Moncloa se empeñen en decir lo contrario. Y Zapatero, mientras tanto, ensimismado con su economía sostenible como un niño con un caramelo. Un caramelo que se le puede atragantar.

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