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Maite Nolla

Carbón no, brasa

O mintió la señora Sánchez Camacho el domingo a La Razón, o le mintió el miércoles por la noche a Mariano Alonso diciendo que el pacto es imposible. Ya ven, se puede decir una cosa y su contraria con el escalofriante margen de tres días.

A Montilla los Reyes no le han traído carbón, le han traído brasa, pero para repartirla ¡Qué pesao! ¡Qué pesadilla humana! Es una de las características de los nacionalistas y Montilla lo ha aprendido rápida y eficazmente. La cuestión es no dejar descansar al prójimo ni para Reyes. Después de más de un mes de cartas, editoriales, adhesiones inquebrantables, discursos y, en general de una puesta en escena bastante cómica –al menos en la forma–, todavía hay alguien que piensa que eso que llaman aquí la sociedad civil catalana ha manifestado su malestar de forma espontánea. Si esto parece Fama ¡a bailar! Por cierto, ¡qué bonito concepto el de la sociedad civil catalana! Alguien debería traducirlo, pero bonito lo es un rato. Cuando se habla de sociedad civil no se refieren a los ciudadanos, se refieren al notario que redactó el editorial, al dueño de Planeta, al conde de Godó y al piyama de Jan.   

Y es que es necesario un ejercicio de traducción de lo que pasa por aquí. Lo primero es determinar la intención con la que se hace todo esto: dejar bien claro que diga lo que diga el Constitucional, el estatuto se aplicará y a ver quién se atreve a obligar a lo contrario. Sea cual sea el contenido de la sentencia, mientras en Cataluña gobierne el nacionalismo en cualquiera de sus formas, la política lingüística, educativa y, en general, la política, será la que se establece en el estatuto y ni siquiera eso es necesario. El Gobierno de España no va a hacer lo contrario porque está a favor, y el Partido Popular tampoco porque aspira a ser un partido de gobierno en Cataluña, exigiendo a CiU únicamente que renuncie al derecho a decidir –declaraciones de Alicia Sánchez Camacho publicadas en La Razón el domingo 3 de enero. Por cierto, o mintió la señora Sánchez Camacho el domingo a La Razón, o le mintió el miércoles por la noche a Mariano Alonso diciendo que el pacto es imposible. Ya ven, se puede decir una cosa y su contraria con el escalofriante margen de tres días. Decidan ustedes teniendo en cuenta que este jueves los populares se han autofiltrado que "el PP trata de acercar posturas con CiU para echar al tripartito, a pesar del Estatut".

Volviendo al tema, ¿que lo de Montilla tiene una intención electoral? Es posible, porque si la sentencia es mínimamente abrasiva con el estatuto, CiU y ERC tienen la campaña hecha. Ante eso, Montilla lo que pretende es pasarles en nacionalismo, asumir su discurso y aumentarlo a tope. Ya les digo, eso es posible, pero no creo que el PSC pierda o gane votos por el contenido de la sentencia. El PSC pierde o gana votos según sus votantes se quedan en casa o van a votar, que lo primero pasa en las autonómicas y lo segundo en las generales.

Lo que si deben tener presente es que, como pasa en muchas ocasiones, el lenguaje nacionalista ha venido para quedarse. Hemos asumido los conceptos nacionalistas como si nada y hasta hemos entrado a discutir sobre ellos. Por eso es bueno recordar que cuando Montilla dice "recortar el estatuto", debería decir que el Tribunal Constitucional, en el legítimo ejercicio de sus atribuciones, según los artículos 159 y siguientes de la Constitución Española, puede declarar inconstitucional todo o parte del estatuto de autonomía. Cuando dice la "voluntad del pueblo catalán aprobando mayoritariamente el estatuto en referéndum", significa que todos los que votaron "sí" sabían que aunque el estatuto se aprobara en referéndum y se aprobara por las Cortes y por el Parlament de Cataluña, el Tribunal Constitucional tiene plena legitimidad para declararlo inconstitucional, y la Constitución lo ampara.

Entiendo que deben estar ustedes hasta arriba de todo esto y que incluso están tentados de poner los informativos de Antena 3, que sólo hablan del tiempo. Pero ahí está la clave: mientras el dueño de Antena 3 les ofrece una miscelánea banal todos los días, lleva firmados no sé cuántos manifiestos de apoyo al estatuto; un notable de la sociedad civil catalana, por cierto. 

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