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Clemente Polo

Retirada a los cuarteles de invierno

El adoctrinamiento nacionalista ha logrado que un sector de la población se sienta hoy más próximo a los ciudadanos de Flandes, Escocia o Quebec, cuya historia y cultura desconocen completamente, que a los residentes en Aragón, Galicia o Andalucía.

Las consultas celebradas el día 13 de diciembre de 2009 en unas pocas poblaciones de tamaño medio (Sant Cugat del Vallés, Vilanova y la Geltrú, Vic, Vilafranca del Penedés, etc.) y una miríada de pequeñas ciudades y poblaciones rurales de Cataluña para cuantificar la intensidad del sentimiento independentista entre 707.397 potenciales votantes mayores de 16 años en 161 Ayuntamientos, arrojaron un resultado fácilmente previsible: la inmensa mayoría de la población censada, más del 70 %, ignoró la convocatoria y los convencidos que acudieron a votar dijeron abrumadoramente que sí, que están a favor de la independencia. La escasa movilización lograda tras varios meses de agitación callejera, con exhibición de publicidad en vías urbanas y comercios y el apoyo explícito otorgado por los representantes en los Ayuntamientos y líderes de los partidos políticos independentistas (ERC, CiU y ICV-EUiA), ha sumido a sus promotores en el desconcierto y provocado su división.

Para mejor calibrar el verdadero alcance del 13-D, resulta útil describir el proceso y los resultados cambiando el objeto de la consulta. Supongamos que algunos grupos de asalariados temporales deciden promover la realización de consultas populares el 1-M para conocer el apoyo de los catalanes a la propuesta de transformar todos los contratos temporales en indefinidos. El Sindicato de Trabajadores con Contratos Temporales (STCT) y algunas asociaciones cívicas (Ateneos, Clubs montañeros, etc.) ponen a disposición de los promotores sus sedes y éstos llevan a cabo una activa campaña de propaganda con abundante despliegue de pasquines, folletos y mesas petitorias. Durante los meses previos, se van creando comités locales en todas las empresas y administraciones públicas con elevados porcentajes de temporalidad y los organizadores se hacen con un "censo" de trabajadores en el que incluyen a jóvenes inactivos mayores de 16 años e inmigrantes ilegales. Desde el STCT se remiten comunicados y hojas informativas animando a todos los trabajadores a participar en las consultas mientras sus líderes recorren las principales poblaciones pidiendo el SÍ. ¿A que a nadie le sorprendería que cerca del 30% del "censo" acudiera a votar el 1-M y avalara la propuesta por una abrumadora mayoría? Tampoco resultaría una sorpresa que los organizadores y el STCT calificasen los resultados de "históricos" e instasen al Gobierno y Parlamento catalanes a organizar un referéndum vinculante para abolir la contratación temporal –saltándose la legislación española sobre la materia–, mientras que otras organizaciones sindicales, visto el escaso éxito de participación, iniciasen una ordenada retirada.

Pues bien, esto es lo que ha ocurrido en Cataluña: mientras que los convocantes y partidos independentistas consideran el resultado de las consultas del 13-D un hito "histórico" en el desarrollo del enfrentamiento de Cataluña con España y anuncian su intención de llevar al Parlamento catalán una propuesta para celebrar un referéndum vinculante el 25 de abril de 2010, otros sectores y partidos nacionalistas, más cautos, consideran conveniente retrasar la consulta a la próxima legislatura (ERC) o desactivar la movilización (CiU), conscientes de que treinta años de adoctrinación nacionalista en escuelas y colegios, bombardeo continuo de la opinión pública con falsedades acerca del expolio fiscal de Cataluña, y conculcación sistemática de derechos fundamentales (educación, acceso a la función pública, libre comercio, etc.) por parte del Gobierno catalán no han logrado destruir el carácter multicultural y abierto de la sociedad catalana. Hasta el Sr. Mas, líder de CiU, tuvo que reconocer en una reciente entrevista la terca realidad: "Tenemos contrastado con estudios sociológicos que en una consulta en toda Cataluña ganaría el no. Sería un error convocarla para evidenciar ante España y todo el mundo que Cataluña lo que quiere es simplemente ser española. Eso llevaría al país a la derrota".

Hay algo que sí debería quedarnos claro después del 13-D a los demócratas que aspiramos a que España y Cataluña sigan siendo sociedades plurales y abiertas dentro de la UE: las políticas de indoctrinación, manipulación informativa y conculcación de derechos fundamentales impulsadas y ejecutadas desde la Generalitat y avaladas por normas –contrarias en muchos casos a las leyes españolas y probablemente inconstitucionales– aprobadas por el Parlamento autónomo, han conseguido aumentar el número de ciudadanos cuyo horizonte vital y social no es ya España o la Unión Europea, sino los "països catalans". Aunque estos inexistentes "países catalanes" carecen de base histórica alguna o viabilidad futura, hay que reconocer que el invento funciona en el imaginario de un sector de la población residente en Cataluña y ha logrado que un porcentaje nada despreciable –entre el 10 y el 15 por ciento, probablemente– se sienta hoy más próximo a los ciudadanos de Flandes, Escocia o Quebec, cuya historia y cultura desconocen completamente, que a los residentes en Aragón, Galicia o Andalucía, con los que están unidos por lazos familiares en muchos casos y con cuyos ancestros compartieron los suyos casi todas las vicisitudes históricas desde hace 2000 años. El Sr. Montilla, nacido en Iznájar (Córdoba), encarna hoy irónicamente la perversión afectiva y moral de la clase política catalana, incapaz de aceptar la realidad de que Cataluña es desde hace siglos España y de que, como reconocía el Sr. Mas hace unas semanas, "lo que [Cataluña] quiere es simplemente ser española". Pero que nadie se haga ilusiones de que vayan a suavizarse por ello las políticas de coerción y exclusión practicadas en Cataluña durante las últimas tres décadas, porque para el nacionalismo esencialista, la evidencia histórica y sociológica son meras anécdotas circunstanciales, como dejó claro el Sr. Puigcercós al afirmar tras la celebración de las consultas que aunque en Cataluña hay orígenes y lenguas diferentes "tiene que haber un solo país, un solo pueblo". Ahora les toca retirarse a los cuarteles de invierno tras el revés sufrido el 13-D, mas pronto volverán a la carga con renovadas energías dispuestos a seguir sembrando cizaña para continuar minando el deseo de la mayoría de los catalanes de formar parte de España.

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