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Tic-tac, tic-tac, tic-tac

Estados Unidos se prepara para un despliegue que asegure la contención de un Irán nuclear, no para impedir que Irán tenga la bomba. La Casa Blanca parece haber aceptado que es mejor una bomba iraní que bombardear Irán.

Hay dos relojes en marcha en Irán: uno, simbolizado por la llamada "marea verde", con las sucesivas e imparables manifestaciones de protesta y a favor de un cambio de régimen; el segundo, en manos de los ayatolás, en una carrera acelerada por hacerse con armamento nuclear y los medios para poder utilizarlo. Desde el pasado fraude electoral del 12 de junio, muchos han apostado por que el reloj del cambio ganaría al reloj atómico pero la pasividad occidental, la bunquerización del régimen de Ahmadinejad y la inutilidad de las sanciones actuales, hace cada vez más evidente que el régimen de Teherán va a ganar esta mano.

En la semana pasada hubo dos acontecimientos que así lo indican: por un lado, la puesta en escena de tres nuevos satélites y, sobre todo, del cohete lanzador Kavoshgar-3. El éxito de su lanzamiento contrasta llamativamente con el fracaso del radar americano basado en buques para interceptar exitosamente este tipo de cohetes. En segundo lugar, a pesar del tono conciliador del representante iraní en la Conferencia de Seguridad de Munich, vino el anuncio por el mismo Ahmadinejad de que Irán iniciaba la etapa de enriquecimiento de uranio, abriendo una nueva etapa en su camino a la bomba. Ya es sólo cuestión de tiempo. Y los expertos hablan de pocos meses, no de pocos años.

Preocupantes también los movimientos americanos en el Golfo. Se ha reforzado su presencia naval, particularmente con aquellos buques que pueden formar parte de un sistema anti-misiles de índole regional. Muchos han querido ver en esta decisión una postura más dura hacia Teherán por parte de la administración Obama, incluso como los primeros preparativos para una acción militar. La realidad es la opuesta: Estados Unidos se prepara para un despliegue que asegure la contención de un Irán nuclear, no para impedir que Irán tenga la bomba. La Casa Blanca parece haber aceptado que es mejor una bomba iraní que bombardear Irán y hace cuanto puede para adecuarse a esa nueva y próxima realidad.

Lo cual nos lleva a Israel, un país cuyos dirigentes han declarado por activa y por pasiva que la bomba iraní es inaceptable porque representaría una amenaza existencial para el Estado judío. Salvo que se le conceda a los ayatolás el tiempo necesario para proteger y dispersar los elementos críticos de su programa atómico, los análisis militares llevan a creer que Israel cuenta con los medios suficientes para poder infligir un daño suficiente a las instalaciones en Irán como para detener durante años su camino a la bomba. El problema es de otra naturaleza, pues afecta a la gestión política del día después de su acción militar. Las relaciones con América no pasan por su mejor momento y es difícil pensar que Obama no reaccionaria muy negativamente a una acción unilateral israelí de llevarse a cabo. Particularmente si se cree, como creen muchos, que los americanos están en negociaciones secretas con los iraníes para evitar una desestabilización en Irak y Afganistán entre otras cosas.

Todo apunta a que, en ausencia de un apoyo decidido a los opositores al régimen, Teherán tendrá su bomba más pronto que tarde. A partir de ahí, todos empezaremos por sentir las consecuencias. Revolucionarias y dramáticas.

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