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José García Domínguez

El Motín de Feijóo

A decir del irmandiño Feijóo, está muy bien eso de que Botín ande comprando bancos en América. Pero, ojo, mucho cuidadito con que la libreta de los cuartos de un paisano de Betanzos pueda acabar en una caja con domicilio en Zamora.

Tras la penitencia cotidiana de husmear en la prensa de provincias, uno no puede dejar de admirar a aquel don Estanislao Figueras, a la sazón presidente de la Primera República, que, después de un estentóreo "¡estoy hasta los co... de todos nosotros!", se subió a un tren con rumbo a Francia, y hasta más ver. Como es fama, a don Estanislao, que era un cartesiano de Tarragona, acabó de desquiciarlo el ultimátum estremecedor que emitiera la Comuna de Jumilla en 1873. Aquél que, implacable, advertía:

Jumilla desea estar en paz con todas las naciones extranjeras y, sobre todo, con la nación murciana, su vecina; pero si la nación murciana, su vecina, se atreve a traspasar sus fronteras, Jumilla se defenderá como los héroes del Dos de Mayo, y triunfará en su demanda, resuelta completamente a llegar, en sus justísimos desquites, hasta Murcia, y a no dejar en Murcia piedra sobre piedra.

Total, que vengo de descubrir en El Faro de Vigo al caudillo del Cantón de Breogán, Alberto Núñez Feijóo, amenazando al orbe con "una gran manifestación en las calles" si alguna caja de ahorros forastera tratase de absorber a otra aborigen. Y es que, a decir del irmandiño Feijóo, está muy bien eso de que Botín ande comprando bancos en América. Pero, ojo, mucho cuidadito con que la libreta de los cuartos de un paisano de Betanzos pueda acabar en una caja con domicilio en Zamora . Que por menos, aquí, se arma el motín de Esquilache.

Así, alega la reencarnación orensana de Adam Smith que se trata de defender "la galleguidad" de tales instituciones. Hasta ahí, nada que objetar: renuncie Caixa Galicia a la pérfida catalanidad de la parte de mis impuestos enterrada en el FROB, y todos felices. Aunque va a ser que no, intuyo. Por lo demás, es sabido que un perro nunca elogia a sus propias pulgas. De ahí, sin duda, el clamoroso silencio que cubre el pacto entre el Bloque y el PP con tal de muñir al alimón la cacicada. Mas sigamos avanzando con paso firme hacia Cartagena. Venga, don Alberto, a reimplantar el fielato en la muralla de Lugo, y la fanega y el ferrado en las básculas romanas de Compostela. Por la galleguidad. Sea.

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