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Jorge Vilches

No con Zapatero

La actual dirección del PP no ha sabido fidelizar ni entusiasmar a su votante, un votante que más que ver a Rajoy gobernando desea contemplar a Zapatero derrotado. Pero sin enemigo no hay victoria.

Las encuestas engañan, sí, pero marcan tendencias y, sobre todo, crean opinión. En los estudios electorales el PP sube 4 o 6 puntos, y el PSOE baja ligeramente. Parece que el Partido Popular de Rajoy podría a este paso ganar las elecciones de 2012 gracias a su estrategia de esperar sentado, en silencio, a que pase el cadáver electoral de su enemigo. Los del PP han apuntado su batería discursiva al presidente en su momento más bajo (de momento), y parece que las circunstancias les son propicias. Pero esta táctica podría no funcionar. Fallaría si el candidato del PSOE a las elecciones no fuera Zapatero.

El Gobierno esperaba que el semestre de Presidencia europea granjeara el apoyo que ha estado perdiendo en los dos últimos años. Los socialistas pretendían cambiar la imagen negativa que se han ganado a pulso por la desastrosa política económica vendiendo europeísmo. Pero el horno europeo no está para estos bollos, y desde el primer día de la presidencia de turno Zapatero han sido criticado en la Unión Europea –como muestra el que haya sido ignorado en el tratamiento de la crisis griega–, lo que ha llegado a la opinión pública española con toda su crudeza. Además, la maniobra de culpar a los ministros ya no sirve, y todo el peso público del desgobierno cae sobre Zapatero, a quien se nota triste y preocupado en las últimas comparecencias. El PSOE se ha dado cuenta enseguida de que este Gobierno y su presidente están quemados, agotados, y se nota que algo se mueve. Por esto, Barreda, presidente de Castilla-La Mancha, propuso aquello del cambio ministerial "con lealtad a Zapatero". Luego, José Félix Tezanos, del guerrismo, apuntó hacia un gobierno de coalición con el PP; porque eso de compartir responsabilidades en el desastre augura una menor derrota electoral.

Mientras, la dirección del PP se frota las manos pensando que los acontecimientos le están brindando la victoria. Pero todo se le truncaría al Partido Popular si Zapatero hiciera la jugada de Aznar retirándose al finalizar la segunda legislatura. Sin Zapatero en el cartel electoral el PP quedaría completamente desarmado, sin estrategia ni discurso. Con otro candidato socialista, Rajoy tendría que improvisar un programa y una táctica que no incluyeran la acusación al presidente del Gobierno. Sin Zapatero, el PP no sumaría los votos que se esperan contra él (y serán muchos, incluidos los electores de izquierdas), ni se abstendrán los socialistas que están hartos, desilusionados o cansados del jefe del partido. Porque además, la actual dirección del PP no ha sabido fidelizar ni entusiasmar a su votante, un votante que más que ver a Rajoy gobernando desea contemplar a Zapatero derrotado. Pero sin enemigo no hay victoria.

El PP de Rajoy ha fiado tanto el éxito a su quietud y perfil bajo, a no quemarse con programas concretos que tenga que cambiar, y a centrar sus críticas en un nuevo "Váyase, Sr. Zapatero", que sin el presidente del Gobierno, cogido a traspiés, quedaría noqueado. Ahora bien, ¿es posible que la dirección socialista opte por salvar al PSOE dejando caer a Zapatero, presentando a un candidato distinto para las elecciones de 2012? Podría ser si la mediocridad no se hubiera extendido a la par que se ha fortalecido la lealtad inquebrantable al líder.

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