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Agapito Maestre

Zapatero y los hermanos Castro

El contenido ideológico del régimen de Zapatero –la letrina– está muy bien sintetizado por las declaraciones del actor Guillermo Toledo –la hez– que justifican el asesinato de los Castro.

Un artículo en El País condenando el castrismo no es suficiente... Alabo el buen gusto y el compromiso de Rosa Montero contra el castrismo, pero la realidad de la izquierda española es el silencio frente al crimen de los Castro, o peor, la justificación de la dictadura cubana. La muerte trágica del disidente cubano pone en evidencia, obviamente, la brutalidad de la tiranía de los hermanos Castro; pero, sobre todo, nos permite evaluar la bajísima calidad de la democracia española. Me explico: democracia y totalitarismo son dos caras de una misma moneda. La política. Es imposible analizar, estudiar y defender la democracia sin el conocimiento de su contrario bárbaro. Criminal. Más aún, puede haber "democracias" formales que se adornan con las mismas armas políticas que los regímenes totalitarios, entre todas ellas, destaca la ideología, es decir, la ocultación permanente de la realidad.

La ideología, sí, extendida por Zapatero en los últimos años sigue salvándole de los mayores escándalos que se han producido en nuestra "formal" democracia, por ejemplo, su declaración tibia sobre los derechos humanos en Cuba. El silencio ominoso de Zapatero en la ONU sobre el crimen perpetrado por la tiranía castrista contra Orlando Zapata Tamayo no ha provocado ningún escándalo mediático. Ninguno. Nadie se engañe. Sólo ha habido reacciones aisladas, excepcionales, pero en general los medios de comunicación de la izquierda española, o sea casi todos, han tragado con las desganadas palabras de protesta de Zapatero. Esa es la cruel realidad de la "democracia" española. Ni el Gobierno ni la llamada sociedad civil se han movilizado contra la tiranía castrista por su último asesinato.

Por el contrario, han emergido a la superficie las heces de la gran letrina ideológica construida en España durante los últimos seis años por la más negra socialdemocracia. El contenido ideológico del régimen de Zapatero –la letrina– está muy bien sintetizado por las declaraciones del actor Guillermo Toledo –la hez– que justifican el asesinato de los Castro. La ideología, en efecto, equipara al régimen de Castro y la política de Zapatero. Por supuesto, existen otros muchos rasgos comunes entre estos políticos; pero, aparte de las tradiciones que comparten a pie juntillas, hilos rojos, padres políticos y amigos comunes como Hugo Chávez Frías, existe una especial manera de encarar el ejercicio del poder que los iguala a ellos y a sus millones de correligionarios y seguidores.

Unos y otros, castristas y zapateristas se legitiman mutuamente. Zapatero necesita tanto a los Castro como los cubanos al gobernante español. Ya sé, ya sé, que uno ha sido elegido por las urnas y los otros a golpe de terror, pero, por favor, no hablo de legitimidades de orígenes sino de ejercicios. O sea, la ideología es decisiva en el caso de la dictadura castrista y de la "democracia" española. ¿O acaso existen, en toda Europa, leyes más ideológicas que las aprobadas durante los gobiernos de Zapatero, desde la ley de la memoria histórica hasta la de matrimonios, pasando por las del aborto y la que obliga a enseñar "Educación para la Ciudadanía", o sea, la "moral" y "religión" de Estado? Lo dudo. 

La falsificación de lo real es una estrategia de acción política ampliamente compartida por el zapaterismo y el régimen de Castro. No es una coincidencia fatal. Es una forma de ejercer el poder que dispensa al político de hacer frente a sus errores; más aún, el "gobernante-ideólogo" llega un momento que sólo "fabrica" mentiras y engaños que lo excusan de todos los males cometidos, por ejemplo, Zapatero con las formas para solucionar la crisis económica; y, finalmente, la ideología impide a gentes como Zapatero y los hermanos Castro enfrentarse a diferentes concepciones del bien y el mal, entre otros motivos, porque sólo ellos son los únicos representantes de la moral.

Por desgracia para el desarrollo de la democracia española, el uso extremadamente refinado que hace de la ideología Zapatero no tiene parangón. Es la mayor diferencia entre los Castro y Zapatero.

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