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Amando de Miguel

La política menuda de las cosas y la cuestión de las etiquetas

Juan Díaz López (Barcelona) razona que, si se compra un cuadro y lo cuelga, no tiene que pagar un canon por exhibirlo. En cambio, si pone una canción, ¿tiene que pagar un canon cada vez que suena?

José María Navia-Osorio discrepa de mi afirmación de que "todos estamos satisfechos con las comunidades autónomas". Para el de Oviedo, las dichosas comunidades autónomas son "el cáncer de España". Hombre, no hay que ponerse así. Una cosa es que el sistema autonómico o de organización regional sea un derroche y otra cosa es que parezca una enfermedad incurable. Lo que a mí me parece es que la etiqueta de "autónoma" para una comunidad (algunas regiones no la tienen, como Madrid) es una desmesura. Es como si dijéramos siempre "municipios autónomos" o "universidades autónomas". Por cierto, hay, efectivamente, Universidades Autónomas, pero en nada se diferencian de las que no se llaman así.

Gabriel Moncalián Arsuaga (Cantabria) se refiere a una idea que emití yo en una conferencia que dicté en Santander. Era la incongruencia del Gobierno al suprimir los crucifijos de las escuelas públicas, pero respetando las cruces de los cementerios. Sobre esto último, don Gabriel aporta la pintada que apareció en el cementerio de un pueblo: "Levantaos, vagos; la tierra para el que la trabaja". Yo añadiría la cita del Gran Timonel: "Pero la Tierra es del viento".

Eduardo Fungairiño (un verdadero sabio) me confirma que las tropas españolas en Afganistán no están provistas de mulos. En cambio, don Eduardo asegura que los militares alemanes están comprando mulos en Lorca (Murcia) para equipar a sus tropas de montaña. Es lástima que esas incongruencias se den en el país que inventó la guerrilla.

Agustín Fuentes me escribe una parábola muy sentida en la que el paciente de un hospital está desesperado porque nadie le informa de nada. Por fin se le ocurre llamar a la dirección del hospital. Desde ese lugar, creyendo que se trata de un familiar, le dan completa información sobre su enfermedad. Tengo la misma impresión de que en los hospitales algunos enfermos reciben la mínima información sobre sus dolencias.

José Antonio Martínez Pons cuenta que, a la entrada del hermoso pueblo de Cacabelos, han puesto este letrero "Municipio desnuclearizado". Es decir, en esa comarca berciana los átomos no tienen núcleo; son sólo electrones. Más aún, el pueblo de Felanitx (Mallorca) ha sido declarado oficialmente "libre de radiaciones". O sea, que a ese pueblo no llega ni la radio, ni la tele, ni siquiera los rayos del Sol, por lo que se acerca a la temperatura del cero absoluto. Después de tanta tontería, la esperanza está en la energía de fusión. Pero señala don José Antonio que, de estudiante, le decían que para eso faltaban 50 años. Han pasado 30 y se sigue diciendo lo de los 50 años.

Alfonso González me envía una increíble página del BOE donde se listan algunos de los informes subvencionados por el Ministerio de Igualdad. Selecciono dos. Hay una asignación de 15.000 euros a Isabel Durán Jiménez para un trabajo titulado "Topografías domésticas en el imaginario femenino. Una visión comparativa, trasnacional y periférica". Impresionan todavía más los 27.000 eurillos del ala concedidos a Nieves Martín Alguacil para la "Elaboración de un mapa de inervación y excitación sexual en clítoris y labios menores". Todas las subvenciones se conceden a mujeres, excepto una que va para un tal Borja Mapelli. Es un extraño criterio de la igualdad entre los sexos (o géneros).

Juan Díaz López (Barcelona) razona que, si se compra un cuadro y lo cuelga, no tiene que pagar un canon por exhibirlo. En cambio, si pone una canción, ¿tiene que pagar un canon cada vez que suena?

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