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Guillermo Dupuy

Aguirre no se resigna

Esperemos que a Rajoy y a la dirección del PP no les atenacen los complejos, verdadero talón de Aquiles de esta derecha nuestra, y que asuma verdaderamente esta "rebelión" cívica, liberal y democrática.

Ojalá sea cierto que la cúpula del PP, con Rajoy a la cabeza, va a respaldar claramente y sin ambigüedades la "rebelión" anunciada por Esperanza Aguirre contra la subida del IVA del Gobierno de Zapatero. Ojala que la dirección del PP eleve de verdad el perfil de oposición a la política antisocial –a fuer de socialista– del Gobierno de Zapatero, y que no la circunscriba únicamente al ámbito parlamentario. Ojalá sea cierto, en este sentido, que se van a instalar mesas para recabar firmas y que, no sólo en los municipios de la Comunidad de Madrid sino en los de toda España, se organicen actos informativos contra la política fiscal socialista. Ojalá sea cierto que el PP nacional va a hacer de la propuesta de Aguirre su "estandarte", tal como ha dicho Rajoy en el Congreso, y, sobre todo, que los dirigentes del PP están dispuestos, de verdad, a "salir a la calle".

Precisamente contra ese vacío en la calle me pronuncié hace unos meses en un articulo, en el que también criticaba la oposición "acomplejada y funcionarial" que deja a los sindicatos el monopolio a la hora de organizar manifestaciones y expresar también fuera del ámbito parlamentario el rechazo ciudadano a la política de un Ejecutivo. Ante un Gobierno como el de Zapatero, que primero negó la existencia de la crisis y luego no ha hecho otra cosa que agravarla con medidas contraproducentes como la que ahora nos ocupa, no es admisible que los únicos que se manifiesten o movilicen sean los principales y bien remunerados cómplices del Gobierno, como son los principales sindicatos.

Se dice con acierto que la política no soporta el vacío. La calle, con un Gobierno que nos conduce a los cinco millones de parados, tampoco debería. Y prueba de ello es que los sindicatos la han venido recientemente a ocupar, tanto para simular una falsa independencia respecto del Gobierno, como para impedir que la ocupen quienes, lejos de ser sus cómplices, son por el contrario sus víctimas.

El malestar ciudadano contra la política económica de Zapatero está desde hace mucho tiempo tan extendido como carente de vertebración y liderazgo. La propuesta de Aguirre, si de verdad la asume inteligentemente Rajoy, puede canalizar ese hartazgo, hasta ahora falto de coordinación.

Prueba del riesgo que esta "rebelión" cívica supone para el Gobierno es que sus representantes y los de los sindicatos han corrido a reactivar los complejos funcionariales que atenazan y caracterizan a buena parte de la derecha. Especialmente representativas son las declaraciones del secretario general de UGT, Cándido Méndez, quien ha manifestado lo "chocante" que le resulta ver a Aguirre como si estuviera presidiendo un Gobierno de "agitación y propaganda" en lugar de "dedicarse a la gestión".

No digo yo que las palabras de Méndez no puedan neutralizar e impactar a cierta derecha tradicional y "gente de orden", naturalmente de un "orden" mal entendido y liberticida. Pero para escenas "chocantes", la de ver cómo censura la agitación y propaganda un dirigente sindicalista que, tanto como los socialistas, ha utilizado de manera sistemática, y en ocasiones antidemocrática, la "agitación" contra sus adversarios políticos, y que ahora utiliza la propaganda para encubrir la grave responsabilidad del Gobierno socialista en una crisis (crisis que no necesita de agitación ni propaganda alguna para causar malestar).

No menos interesante es la apelación de Méndez a la "gestión". Y es que, frente a una izquierda que es una espléndida vendedora de mercancías averiadas, hay cierta derecha que lo confía todo a ese refrán, radicalmente falso en política, que dice que "el buen paño en el arca se vende". No. En política es imprescindible, además, sacar a relucir ante los electores las buenas o malas características del paño que queremos alabar o denigrar. Esto no es reivindicar una engañosa e incívica agitación o propaganda, sino dar importancia al poder de las ideas y no dejar al parlamento como único ámbito –con ser éste irrenunciable– en el que se puede ejercitar la democracia.

Esperemos que a Rajoy y a la dirección del PP no le atenacen los complejos, verdadero talón de Aquiles de esta derecha nuestra, y que asuma verdaderamente esta "rebelión" cívica, liberal y democrática. Algunos podrán objetarme con razón cierta candidez por confiar, aunque sea vagamente, en ello. Pero la esperanza es lo último que se pierde. Sobre todo cuando se trata de una esperanza tan aguerrida como la que representa Esperanza Aguirre.

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