Mientras aquí pasamos el rato discutiendo sobre galgos con IVA o podencos tax free, el sistema financiero más sólido del mundo acaba de dar un pasito más hacia la UVI, empujado esta vez por los sepultureros de Standard & Poor´s. Una advertencia, ésa de enfangar la calificación de la banca española toda, que viene a restregar por la cara del Gobierno sus dos supremas falacias a cuenta de la crisis. A saber, que las causas del derrumbe de nuestra economía lucirían matrícula extranjera. Y que ningún potaje tóxico lejanamente emparentado con las subprime corroería las entrañas de las muy saneadas entidades de crédito domésticas. Soberbio alarde de funambulismo, la primera; simple mentira piadosa, la segunda.
Y es que si la doctrina oficial prescribe de origen exclusivamente financiero la recesión mundial, ¿cómo explicar que en España, el país más afectado, no haya quebrado (todavía) ninguna entidad? "Pues porque el Bancoespaña, que diría el difunto Mariano Rubio, impuso en su día muy estrictas normas de higiene y profilaxis contable en los balances", se me objetará. "Ergo, la razón del específico descalabro hispano ha de estar en alguna otra parte, tan lejos de los tiburones de Wall Street como de la modélica banca local", replicaría al punto cualquier alumno de jardín de infancia.
En cuanto a los celebérrimos surtidos de hipotecas basura, ¿para qué ir a comprarlos en Estados Unidos si resultaba mucho más fácil y rentable producirlos aquí mismo? Las made in Spain responden por cédulas hipotecarias, arcano que suena mucho menos sofisticado e impresionante que collateralized-debt obligations, pero que incluye bombas fétidas de pareja factura, olor y calidad. Cientos de miles de millones de euros avalados por las hipotecas incobrables de cientos de miles de trabajadores españoles en paro.
El Potosí con que los ahorradores y los fondos de pensiones alemanes y franceses pagaron la juerga del ladrillo a este lado de los Pirineos. Una suma descomunal que, por cierto, los muy ineptos gestores de las cajas de ahorros, nombrados a su vez por los muy ineptos caciques políticos de turno, no van a devolver jamás. De ahí el silente y ecuménico consenso de PP y PSOE en torno a ese pozo sin fondo llamado FROB. Mas no perdamos el tiempo con cuestiones baladís y centrémonos en lo importante: el IVA de los fontaneros.